La crisis política en Brasil por la detención del expresidente Luiz Inácio "Lula'' da Silva parece quedar resuelta por la firme decisión de la Justicia de poner entre rejas al líder del Partido de los Trabajadores (PT), y el mejor valorado, según las encuestas, para las próximas elecciones.


El exmandatario surgido del sindicalismo combativo deberá cumplir una condena de 12 años y un mes por los delitos de corrupción conocidos como "Lava Jato'', que involucran sobornos en la adjudicación de obras a la contratista Odebrecht y de lavado de dinero en el manejo de la petrolera estatal Petrobras.


La justicia brasileña ha vuelto a demostrar absoluta imparcialidad en la investigación en resonantes casos de gente poderosa, como lo hizo anteriormente enviando a prisión a ministros del gobierno de Dilma Roussef, también por hechos incompatibles con la función pública. Ahora de nada valió la imagen de Lula da Silva, el "hijo de Brasil'' para los simpatizantes y el político más popular. También se lo conocerá como el primer expresidente brasileño encarcelado en democracia.


Es que el líder del PT y político mejor posicionado en las encuestas, ha hecho una carrera vertiginosa desde 1975 al asumir como presidente del poderoso sindicato metalúrgico, el cual lideró por varios años, declarando grandes huelgas en los suburbios industriales de Sao Paulo, en plena dictadura militar.


La popularidad de Lula en amplios sectores sociales reconoce haber sacado de la pobreza a millones de brasileños que ahora protestaron en multitudinarias manifestaciones por la detención del dirigente socialista. Es cierto que el gobierno de Lula hizo una transformación para erradicar la pobreza, pero también es verdad que en la coyuntura se generó el Lava Jato, una especie de asociación ilícita donde estuvo presente la cuestionada constructora brasileña con demandas en el resto del continente.


Por eso el ex mandatario también tiene sectores que cuestionan su populismo y salieron a la calle a vivar al juez Sérgio Moro que llevó adelante el proceso contra Lula, que puede apelar a la Corte Suprema, pero no existen antecedentes de que una condena tan estudiada tenga revisión.


La justificación criolla del que "roba pero hace'' en Brasil no es un mensaje para la Justicia.