Las ferias judiciales anuales, un mes en enero y dos semanas en julio, están siendo cuestionadas tanto a nivel nacional como en diferentes jurisdicciones del país con iniciativas gubernamentales y legislativas para eliminar lo que algunos proyectos de reforma consideran un privilegio inadmisible dentro del funcionamiento del Estado.

Según datos aportados por el Foro de Estudios Sobre la Administración de la Justicia, organización que viene estudiando el problema y sustenta los cambios oficiales, la feria implica una interrupción del 18,36% anual de la tarea judicial y sostiene que el sistema de Justicia funciona sólo 190 días al año, de manera que si a ello se le suman las seis horas diarias, el resultado es de 132 jornadas perdidas por recesos.

El ministro de Justicia de la Nación, Germán Garavano, tienen carpeta la eliminación de las ferias dentro de la reforma judicial denominada "Justicia 2020" apoyada por muchos políticos y, fundamentalmente, por las personas que ven paralizadas sus causas durante 45 días. Tal paralización se asemeja a unas vacaciones de privilegio que no tiene ninguna otra prestación de los servicios inalienables del Estado y constituye un grave perjuicio a los ciudadanos. Por eso se busca mantener la movilidad del trabajo de fiscalías y juzgados sin el cierre al público durante tantos días.

El tema es polémico, porque estas ferias se fueron desvirtuando en el tiempo, ya que se dispusieron para agilizar el trabajo interno. Según los especialistas del derecho, el problema no pasa tanto por estos días -equivalentes al receso educativo, por ejemplo-, sino por la virtual paralización del servicio de justicia en tales períodos y, en muchos casos, sumados a una deficiente prestación durante todo el año.

Se deben recordar también los derechos adquiridos y el tiempo completo exigido a magistrados y funcionarios judiciales, por lo que se debe canalizar una mecánica expeditiva mediante un sistema que impida colapsar los juzgados por trabajo acumulado apelando a la modernización técnica y funcional.
Y todo esto dejando de lado el espíritu corporativo que muchas veces frustra los buenos propósitos.