En junio pasado, tras un amplio despliegue, Gendarmería Nacional puso al descubierto el secuestro de armas más grande de la historia delictiva del país, al detener a 17 personas acusadas de integrar una banda internacional que mediante un complejo contrabando y una triangulación, proveía de armamento a bandas brasileñas. En los 50 allanamientos efectuados en cinco provincias se decomisaron arsenales que revelan el alto poder de fuego de los delincuentes y la vulnerabilidad de los organismos de control.


Los allanamientos ordenados por la Justicia Federal fueron en 52 propiedades ubicadas en Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Río Negro y Santiago del Estero donde se secuestraron armas entre granadas, fusiles FAL, fusiles Colt M4, ametralladoras Browning, más de 30.000 municiones de diferentes calibres, pólvora, minas antitanques, balanzas de precisión, visores nocturnos, partes de armamento y "katanas".


La mayor sorpresa fue en Córdoba donde se encontraron bombas para aviones, colas de bombas, minas antipersonales y trotil en escamas, entre otros elementos de tenencia prohibida. El arsenal decomisado conformaba una triangulación que llegaba desde Estados Unidos y Europa a la Argentina y desde nuestro país se enviaba a Brasil vía Paraguay. Incluso se utilizaba un barco en especial, el "Palak". Sobre el valor de los cargamentos se habla de millones de dólares y la capacidad operativa de la mayoría de las 2.500 armas tiene poder para conflictos bélicos, incluyendo un cañón antiaéreo.


La investigación señala el caso como una agrupación delictiva tendiente a llevar adelante actividades de contrabando, acopio, fabricación ilegal de armas de fuego, municiones e instrumental para producirlas, como también procurar dar apariencia lícita a los bienes obtenidos en ese contexto, haciendo de ello su actividad principal y habitual.


Los clientes eran bandas de narcotraficantes brasileños con socios paraguayos y argentinos en la intermediación y el acopio, pero la red es más amplia. Todo salió a la luz en Estados Unidos por el envío de piezas de armas pesadas, al igual que en Alemania, vía España y Holanda para llegar finalmente al puerto de Buenos Aires en tránsito a Paraguay. La trama muestra la fragilidad de nuestros controles aduaneros y la facilidad con que se mueve este tráfico ilegal en esta parte del continente. Este hecho, que no debe ser el único, demuestra que el problema no está tanto en las armas de los particulares, sino en la impunidad con que estas organizaciones trabajan para la delincuencia.