A medida que se acerca la hora de definir cuál será la propuesta de reforma laboral que se pondrá a consideración del Congreso nacional, se comienza a dificultar el consenso previo al que tiene que llegar los dirigentes sindicales con el Gobierno. Los gremialistas admiten que hay que efectuar algunos cambios, pero no quieren perder derechos adquiridos como el de los convenios colectivos de trabajo, mientras que en el Gobierno sostienen que todo se hará por consenso pero buscando eliminar los factores que obstaculizan la generación de empleo, alentando aquellas medidas que ayuden a ganar competitividad.


Si bien desde las esferas oficiales se ha dicho que no se buscará una legislación laboral al estilo brasileño, por ser inviable para nuestro país, no se descarta que la que será sancionada en nuestro país tendrá muchos de sus ingredientes.


Recordemos que Brasil implementará a partir de este mes una reforma laboral cuya sanción fue posible gracias al fuerte apoyo de los sectores industriales, preocupados por la crisis macroeconómica y la falta de competitividad que está perjudicando seriamente a ese país.


En breve, en Brasil una buena parte de las relaciones laborales comenzarán a pactarse en forma individual o por empresa y estos convenios prevalecerán por sobre la legislación vigente. De esa forma los contratos privados pasarán a ser más importantes que los convenios. Así, podrá cambiarse la duración de la jornada laboral, las pausas de descanso, las vacaciones pagas, entre otros beneficios. Además, se ampliará la posibilidad de tercerizar tareas, habilitar jornadas de 12 horas y cambiar las condiciones de descanso. Entre otras medidas implementadas en Brasil, una de las que preocupa al sindicalismo local es la que determina que la contribución salarial a los sindicatos será voluntaria, lo que quita una gran prerrogativa a los organizaciones sindicales.


Para la Argentina el Gobierno ha dicho que quiere consensuar con el sindicalismo una 'modernización'' de las relaciones laborales, que no estará basada en la reforma brasileña, pero esto no implica que ambas partes tendrán que superar varias diferencias para llegar a acuerdos mutuos.