Con tristeza debemos decir que la Argentina está dentro de los diez países más consumidores de pornografía infantil en el mundo, una posición que más allá de avergonzarnos debe encender las luces de alerta para detectar a esos seres perversos capaces de producir y distribuir imágenes y videos con connotaciones sexuales, de niños inocentes que son utilizados desaprensivamente. Actualmente el Cuerpo de Investigaciones Judiciales de la Fiscalía de la Ciudad de Buenos Aires (CIJ) está procesando más de 50.000 denuncias por año de casos de pornografía infantil, lo que da una idea de la proliferación de este flagelo que es seguido de cerca por un complejo sistema informático, comandado por una ONG (Ncmec), que permite detectar actividad pedófila en todo el mundo, al tener convenios con las fuerzas federales de EEUU y con todas las empresas 2.0 propietarias de plataformas y redes sociales del mundo. De esta forma la distribución de material que contiene pornografía infantil es posible con "programas inteligentes que utilizan inteligencia artificial'' conocidos como "photo DNA'', con los que empresas como Facebook, Google y Dropbox puedan rastrear diariamente los millones de archivos que intercambian sus usuarios. Esta aplicación funciona convirtiendo cada archivo (texto, fotografía o video) en un "hash" o código alfanumérico, que permite dar con esa clase de material. Este sistema debería implementarse en todo el mundo, especialmente en países donde la trata de niños es habitual por la desinformación o por ser más vulnerables.


Pero como, en ocasiones, la detección no se puede hacer en forma inmediata y hay rastrillajes que pueden llevar años hasta dar con los individuos es necesario que la sociedad en su conjunto instrumente mecanismos para advertir la presencia de pedófilos en todos los ámbitos. El caso del médico pediatra del Hospital Garrahan que fue individualizado como miembro de una red de pedófilos con ramificaciones en el interior del país y en países vecinos como Brasil, es una muestra de su propagación.


Desde distintas organizaciones sociales se está pidiendo mayor atención para advertir ese tipo de comportamiento y, ante indicios que puedan ser reveladores, la necesidad de actuar antes de que el mal sea mayor.


El flagelo de la pedofilia está estrechamente vinculado con los numerosos casos de abusos sexuales contra menores que se difunden a diario, y que en los últimos años han aumentado en relación a que hay más personas que se animan a denunciarlos.