En distintos ámbitos existe plena coincidencia de que hay una necesidad imperiosa de mejorar la formación de los docentes. Si bien se trata de una realidad generalizada en todo el país, hasta ahora el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires es el primero en abordarlo al haber propuesto la creación de una universidad para maestros, que ha generado numerosas reacciones en contra por parte de los directivos y alumnos de los institutos terciarios o profesorados, donde actualmente se forman a los educadores. La reacción es tan adversa que hace unos días en la apertura de la Feria Internacional del Libro, un grupo de alumnos de esos profesorados protestaron contra la iniciativa impidiendo que los ministros de Educación del Gobierno Porteño y de la Nación pronunciaran sus discursos, como una forma de protestar contra la iniciativa.


Los caminos para mejorar la formación de los docentes pueden ser diversos. Se puede crear la figura de una universidad, con todo lo que esto implica, o fortalecer el sistema de profesorados, pero lo que no debe estar en discusión es que es imperioso optimizar los sistemas de formación para que los nuevos docentes alcancen niveles de excelencia.


Es necesario que ante este desafío, los docentes, los estudiantes -que son los futuros educadores- y la dirigencia sindical -que tanto influye en distintas decisiones que se toman en el ámbito educativo- se pongan a analizar las diversas alternativas que existen para mejorar la formación docente en base a una política educativa que resulte beneficiosa para todo el sistema.


En el caso de la propuesta realizada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, la nueva universidad nace como una institución totalmente de este siglo que pretende constituirse en ámbito de enseñanza, investigación y docencia. Busca ser un espacio para conocer las culturas juveniles, de inmersión en la cultura digital y en sus vínculos en constante renovación con la educación y el mundo del trabajo. No incorpora a los institutos o profesorados, sino que coexiste con ellos, compitiendo por atraer estudiantes a nivel superior y con mayores posibilidades.


Con esta instancia se abre la oportunidad de avanzar hacia una etapa superadora que todos los actores de la educación deberían aprovechar. Si bien no es aceptable una propuesta de reforma arrasadora, como se ha denunciado en Buenos Aires, es el momento de conciliar los cambios que nos lleven a una educación de excelencia.