La movilización de trabajadores y movimientos sociales organizada por las fuerzas sindicales que responden al líder camionero Hugo Moyano, para hoy a partir de las 15 en la Ciudad de Buenos Aires, ofrece varias lecturas respecto de su auténtica motivación. La mayoría coincide en que se trata de una demostración de fuerza dentro de la disputa que Moyano mantiene con el presidente de la Nación, Mauricio Macri, después de varios cruces en los que se involucró a familiares de ambos y en los que se discutió el destino de la empresa OCA, actualmente en manos del sindicalista. Por otra parte se dice que lo que busca Moyano es contrarrestar el accionar de la Justicia, que lo está investigando por evasión impositiva y presunto lavado de dinero. En tanto el propio Moyano ha dicho que la movilización tiene como objetivo oponerse al 15% de tope para las negociaciones paritarias y por la acuciante situación de los trabajadores y jubilados del país.


Sea cual fuera la verdadera motivación de la marcha, ninguna alcanza para justificar semejante medida de fuerza, mucho menos la que esgrime Moyano, que aparece como un burdo justificativo ante otras intensiones encubiertas.


No se puede salir a reclamar por el tope del 15% para las paritarias si todavía no termina el proceso de libres negociaciones. Ni a convertirse en el paladín de los sectores más desprotegidos creyendo que con una marcha el gobierno va a torcer su rumbo o cambiar su política socioeconómica.


El sindicato de los camioneros estará acompañado esta tarde por los bancarios y las dos CTA, únicas representaciones sindicales que decidieron acompañar a Moyano, ante el quiebre de la CGT. También acompañarán Barrios de Pie, la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y la Corriente Clasista Combativa (CCC), lo que nos retrotrae al tratamiento de la ley de reforma previsional, con desmanes de todo tipo y agresiones a los efectivos que tenían a su cargo la custodia del Congreso.


Desde ambos extremos, tanto los organizadores como del gobierno se endilgan responsabilidades, pero la realidad indica que es el gobierno el que corre con más riesgo si llega a pasar algo grave.


Una vez más, el país tendrá que soportar el accionar extorsivo de organizaciones sindicales que con poco sustento han programado una movilización con la que se busca más conservar su cuota de poder que beneficiar a los auténticos trabajadores.