El sarampión, una enfermedad virósica que a mediados del siglo pasado estaba en vías de desaparecer gracias a la eficacia de la cobertura vacunatoria, ha reaparecido en el mundo en las últimas décadas hasta alcanzar ahora un récord histórico, según registros de los últimos años de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El organismo de las Naciones Unidas ha lanzado un llamamiento global para controlar los brotes de lo que denomina un avance histórico de la enfermedad.


Lo llamativo es que se trata de una dolencia absolutamente controlable y de manera gratuita como ocurre en la Argentina, pero se expande en naciones ricas y pobres por igual, por razones que no son económicas sino sociales y religiosas, además de los cuestionamientos de los sectores científicos llamados "antivacuna" que ponen en duda este sistema de inmunidad.


El sarampión se transmite fácilmente por el aire o por contacto personal y ataca principalmente a los niños. Pasado un período de incubación de hasta 12 días durante el cual ya es contagioso, produce fiebre alta y erupciones en la piel pudiendo derivar en complicaciones serias, por ejemplo neumonía, ceguera o encefalitis, o una inflación en el cerebro que puede provocar secuelas muy graves, incluso la muerte.


A pesar de que existe una vacuna muy segura y eficaz, se estima que el 95% de la población debe inocularse anualmente para evitar nuevos brotes, ya que la Unicef ha registrado que más de uno de cada 10 menores no recibe la vacuna consecuencia de los 110.000 muertos en el mundo, la mayoría chicos menores de 5 años, en el último año.


El mayor número de casos se registra en África, multiplicados por 10 desde 2018, con epidemias en Congo y Madagascar, pero también empeoró la situación en Europa, incluidos países no miembros de UE, como Israel, Ucrania y Rusia. Las guerras y el éxodo masivo de refugiados influye en el aumento del sarampión, pero más grave es el movimiento de los antivacunas por creencias científicas y religiosas, motivos estos por los que el Estado de Nueva York tuvo hace poco uno de las peores brotes y ha prohibido rechazar la inmunización por motivos religiosos.


El plan mundial de la OMS (vacunación masiva y obligatoria) tiene por objetivo eliminar el sarampión en las cinco regiones que cubre el organismo para 2020. Será difícil erradicarlo por las propias incoherencias sociales, aunque exista una vacuna eficaz y el virus no sobreviva fuera del cuerpo humano.