La ley nacional 27.350 de uso medicinal de la planta de cannabis y sus derivados fue reglamentada en marzo último, a casi dos años de su promulgación, fijando normas para la producción, difusión, manejo y acondicionamiento del cultivo con fines científicos y medicinales. La demora se justifica por la complejidad de la producción de marihuana de uso médico para tratar enfermedades como la esclerosis múltiple o el mal de Parkinson, entre otras.


Las pastillas o el aceite provenientes de las hojas y los cogollos de la planta Cannabis sativa, tienen el mismo origen del tráfico ilegal de la que se fuma y de allí la necesidad de establecer diferencias entre el desarrollo científico y la marginalidad. Por eso el tema es manejado con mucha seriedad en el mundo y son pocos los países -entre ellos la Argentina- que avanzan en este proceso.


Por ello resulta trascendente el convenio firmado por las provincias de San Juan y Jujuy para elaborar documentos técnicos y legales que sirvan de base para el desarrollo de políticas públicas federales vinculadas al aprovechamiento médico o científico de la planta de cannabis. Ambas provincias ya tienen sus respectivas empresas estatales destinadas a esta actividad y de ahora en más podrán proponer proyectos de ley nacionales que aborden la temática.


Vale destacar que esta implementación interprovincial apunta a un objetivo de máxima de promover el desarrollo científico y económico nacional y propende al nacimiento de una industria con proyección global. Hay alternativas en este proceso como son los usos industriales de cannabis y sus subproductos aprovechables en textiles, construcción, alimentación y otros, dentro de la factibilidad industrial.


El desafío emprendido por los gobernadores Sergio Uñac y Gerardo Morales por una década o más, da lugar a la actividad privada para encarar una industria sostenida gracias al marco normativo que es una guía tanto para las firmas estatales como para las que se sumen a la actividad. Es que existen en el mundo muchos interrogantes, como los planteados en Ecuador, donde se acaba de aprobar el uso y producción del cannabis para fines terapéuticos.


Este país tiene una larga tradición en el empleo de plantas medicinales y la medida ha sido bienvenida por médicos, organizaciones agrícolas e investigadores, pero desconocen todavía cómo se llevará a la práctica el plan, entre otros interrogantes que incluyen desde los tipos de semillas hasta quienes capacitarán a los médicos para prescribir los tratamientos. Estas incógnitas que tienen los ecuatorianos indican que están muy atrás del manejo argentino en el polémico uso terapéutico de la marihuana.