La ciencia que estudia las leyes que rigen el lenguaje humano, la Lingüística, revela que no sólo utilizamos la palabra para comunicarnos. El lenguaje sirve también para pensar. Es decir, que si no contásemos con el don de la palabra, no podríamos tener pensamiento racional, propio de nuestra especie. Sólo obraríamos en base a actos reflejos e instintos.

Pero esta distintiva característica humana tiene derivaciones del más hondo alcance. Por ejemplo, resulta evidente que mientras mejor se maneje el lenguaje, un pensamiento más preciso y lógico podría tener lugar.

Y esto que revela la Lingüística, generaciones atrás era inferido de la evidencia. Las personas que salían del analfabetismo, o quienes adoptaban algún hábito de lectura, o aquellos que poseían una inquietud por el aprendizaje por medio de la letra, demostraban una ostensible capacidad de expresión, reflexión y pensamiento lógico. Por esto es que en las familias se hacían ingentes esfuerzos para que sus hijos estudiasen, y además se invertía en onerosas enciclopedias, diccionarios y libros, dentro de las posibilidades de cada hogar. Los adultos también desarrollaban y mantenían estas capacidades con la lectura de libros, diarios y revistas, para lo que destinaban tiempo cada día. Resulta claro que actualmente no se siguen las mismas pautas. Sin que se haya precisado el porqué, en varias partes del mundo se ha obrado como si las capacidades informáticas pudiesen sustituir a las lingüísticas. No existe fundamento para ello, se trata de desarrollos de habilidades muy diferentes, aunque en punto ulterior están convocadas a complementarse.

En el mismo sistema educativo formal, el fomento y expansión de las capacidades lingüísticas no parece haber mantenido su protagonismo. Se reparten computadoras gratuitamente, mientras que egresan, inclusive del secundario, con insuficientes y alarmantes deficiencias en lectura comprensiva. Y en lo que se refiere al mundo adulto, la disposición a leer se ha ido restringiendo a escuetos y fugaces contenidos que se intercambian por celular. Un texto elaborado correctamente, con extensión suficiente como para contener párrafos, premisas, conclusiones, ideas principales y subordinadas, para ser comprendido requiere el desarrollo de habilidades que se van logrando muy lentamente, especialmente con la lectura y la reflexión, en el transcurso de años. Cuando se adquieren tales habilidades, no requieren esfuerzos especiales, pero no resulta muy difícil que se comiencen a diluir, si no se ejercitan.

La falta de desarrollo y mantenimiento de las capacidades lingüísticas constituye un grave problema social. Para poder decodificar la realidad y para optar adecuadamente en cada decisión, es que precisamos de todas nuestras facultades. El reconocido lingüista Umberto Eco no dudaba en señalar que "mi lenguaje es la suma global de mí mismo".