El caso del escándalo generado por los dichos al aire de una locutora sanjuanina ha repercutido en todo el país, donde distintos medios se hicieron eco de sus palabras insultantes y discriminatorias, debe llamar la atención a las autoridades que controlan tanto el marco regulatorio de la radiodifusión como del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi). Y todos los antecedentes girarlos a la Justicia para las sanciones que merezcan el daño moral y demás transgresiones.


La locutora Natalia Vargas, de FM Cosmos, ha quedado expuesta de manera inapelable a ser pasible a cargos de discriminación y xenofobia insultante, con el agravante de tener antecedentes por atacar en el mismo medio a la comunidad LGBT, el movimiento social y político que lucha contra el rechazo a la orientación sexual o identidad de género, y otros colectivos relacionados con la sexualidad para el reconocimiento de sus derechos.


La agresión verbal de la locutora Vargas a tres jóvenes candidatas a embajadoras del sol, representando a Jáchal, está lejos de ser una broma o "chiste" como ha intentado justificar ya que difícilmente encuadre en el buen humor calificarlas como "tres negritas que no das ni cinco centavos". Aludió también que con estas representantes no puede haber pasarela, sin tener en cuenta que ahora no hay reinado de belleza en la Fiesta Nacional del Sol.


La Municipalidad de Jáchal ha concretado dos denuncias, tras imponerse de los hechos, una ante el Inadi y otra en el Juzgado de Faltas de ese departamento y es de esperar que prosperen para terminar con la vulgaridad que reina en muchas FM donde se violan normas básicas como los horarios de protección al menor, por ejemplo, y el lenguaje soez es moneda corriente. Esta vulgaridad no es propia de ciertas radios locales sino de varias porteñas con alcance nacional.


Es que hay un clima enrarecido en esta proliferación de emisoras con permisos precarios donde no se cumplen los aspectos profesionales básicos de la radiodifusión, casos de licencias nacionales para desempeñarse frente al micrófono, con altura moral y ética laboral, dos condiciones que evidentemente no tiene la locutora Vargas. Tampoco estas normas de conducta contuvieron la agresión verbal del dueño de una FM a otra locutora, donde los oyentes escucharon los insultos sin ningún intento de frenar la emisión. Y llama la atención el silencio de las entidades sindicales que agrupan a estos trabajadores.