El proteccionismo económico anunciado por el presidente estadounidense Donald Trump, como uno de los ejes de campaña, está causando escozor en sus socios comerciales. A los primeros desencuentros con Canadá y México se sumó la Unión Europea y otras naciones exportadores de metales que amenazan con represalias mientras se vislumbra una guerra comercial con China.


El argumento de la Casa Blanca es la seguridad nacional porque considera al acero y al aluminio como metales estratégicos, aunque la realidad indica que la medida tiende a favorecer a la industria local aplicando un cepo a las importaciones en general.


La reacción generalizada de los países afectados fue de réplica arancelaria como amenaza la UE, o una salida política y diplomática en exportadores minoritarios como la Argentina, apelando a las buenas relaciones. De allí que el viernes último EEUU anunciara la suspensión de manera provisoria de la aplicación de aranceles del 25% para el acero y el 10% para el aluminio argentino y demás exportadores hasta tanto termine el proceso de revisión del pedido de excepción definitiva, tal como solicitó el presidente Mauricio Macri a Trump.


Macri asumió personalmente esta negociación con los argumentos por los que cree que la Argentina debería ser exceptuada definitivamente de los aranceles. Las buenas relaciones personales pueden haber influido con los metales como fue en su momento con los limones y el biodiesel.


No obstante, no se trata de decisiones extemporáneas del temperamental magnate estadounidense sino de evaluaciones estratégicas en la marcha de la economía observadas por Robert Lighthizer, miembro informante ante el Comité de Finanzas del Senado, donde se debatirá la imposición de tarifas aduaneras a pedido del Gobierno. El funcionario dejó claro que EEUU no busca guerras comerciales porque "nadie las gana", comentó en una clara contradicción con Trump. Pero sí observó que el déficit comercial con la UE es un gran problema. "Después de China, es literalmente el mayor", dijo en el informe a los congresistas.


Por nuestra parte Macri presentó los argumentos por los que cree que la Argentina debería ser exceptuada de manera definitiva de las trabas arancelarias. No somos competencia global, ni riesgo de desequilibrio comercial.