La luz de la cabina se apagó y un sonido ensordecedor dio por terminada la performance. El público que había acompañado toda la hora a Yann Marussich, mientras su cuerpo exudaba un líquido azul, se vio sorprendida por un final en el que quizás esperaba poder aplaudir al artista suizo. 


Fue una tarde atípica ayer en el Teatro del Bicentenario, como sede de la Bienal de Performance donde se presentó Bleu Remix, una performance en la que Marussich logró impactar con su estoicismo al sentarse a sudar después de haber ingerido algún tipo de cápsula que le permitiría lograr su cometido.  


El público había sido guiado desde las puertas a través del hall a oscuras, apenas iluminado por las farolas de la Plaza del Bicentenario. Oscuridad total necesitaba el artista, que ya estaba dentro de la cabina de vidrio, sólo en ropa interior, aguardando que su cuerpo comenzara a convertirse en su propia obra de arte.  


"Parece el de avatar' decía un adolescente que miraba hipnotizado cómo iba modificándose el aspecto del performer europeo; así como el resto de la audiencia sanjuanina que atrajo esta propuesta, que se dividió entre los conmocionados por el hecho artístico y otros que parecían estar viendo un espectáculo. 


Mientras duró la transformación, la suerte de banda de sonido que completó correctamente la performance, estuvo a cargo de Leo de la Fuente, un sanjuanino que se sumó al Bleu Remix.