Contar en pocas líneas lo que ha hecho que Eugenio Zanetti sea un nombre con mayúsculas en el mundo artístico es misión imposible. Resumiendo mucho se puede decir que es un prolífico artista cordobés que ha dejado su sello en la plástica y en los escenarios del mundo; pero que -aunque no sea lo que más lo representa ni le quita el sueño- fue en el cine donde logró más popularidad; y eso tiene una razón: el Oscar a Dirección artística que ganó por Restauración en el '96, y al que fue nominado un par de años después por Más allá de los sueños. Sí, impacta conocer a este hombre amable y alegre que divide sus días entre su tierra natal, Buenos Aires, y Los Ángeles, donde se radicó en los '80, que lo nombró ciudadano ilustre y donde se puso a la par de celebridades del séptimo arte. Pero probablemente impacte más saber que este inquieto autodidacta de brillante trayectoria y lleno de proyectos está en San Juan, preparando Don Carlo, que estrenó en 2014 en el Colón, que le valió un ACE a la mejor puesta en escena, y con la que el Teatro del Bicentenario abrirá la próxima semana su segunda temporada de ópera. Dispuesto a la charla, recibió a DIARIO DE CUYO. 



- ¿Qué hace usted en San Juan?


- Estoy siguiendo esta puesta que se originó en el Teatro Colón, a la que quiero mucho. Uno va cuidando a los hijos a medida que crecen... Como saben, hay ópera y gran ópera; esta es una gran ópera, extraordinaria, tiene todo; primero una gran música de Verdi, y muchísima gente en escena, despliegue, guerra, paz, muerte....


- ¿Y qué hace que sea el Don Carlo de Zanetti?


- Creo que le hemos dado un punto de vista distinto. Es como el cine, depende dónde está la cámara, la escena se transforma. El punto de vista mío es que, si bien esto se llama Don Carlo y es la historia de este infante español, a quien le ocurre emocionalmente este drama es a su padre, Felipe de España. A pesar de que no está en todas las escenas, es el punto de vista del Rey, que percibe que las raíces de este universo se están pudriendo. No es necesariamente la realidad de la España de ese momento, sino la realidad de los personajes en esta ópera; entonces por ejemplo, el vestuario sigue siendo de raso y oro, pero a medida que va descendiendo se va transformando en algo que parecen tripas... Es una visión contemporánea...


- El público que no es avezado, pero gusta, ¿puede hacer esas lecturas?


- La ópera, como el teatro y el cine, son percibidos desde el ojo de cada espectador. Uno pone cosas que tratan de evocar algo. Yo he tratado de evocar un universo que existe en esta ópera con mucho realismo, pero es una creación...


- ¿Entonces cada uno interpreta según su condición?


- Sí, pero hay un elemento que guía en la ópera, que es de un poder extremo: la música. Y la música de Verdi, y esta ópera particularmente, es uno de los grandes logros de la historia de la ópera. Es muy poderosa...


- ¿Qué lo enamora de la ópera?


- Que me permite una enorme libertad y puedo hacer lo que quiero... ¡salvo cambiar la música, claro! (risas). Es tan completa como trabajo... es como pintar un cuadro: es uno y la realidad que va a inventar.


- Habló de cámara. ¿Cuesta desprenderse de la mirada cinematográfica?


- Creo que no hay ninguna diferencia entre pintar un cuadro, dirigir una ópera o hacer una película... Es la mirada. El trabajo artístico son grandes intuiciones y uno se entrega. Dice la física cuántica que esas intuiciones no vienen de uno, que hay universos paralelos y que cuando uno tiene una intuición en éste, es porque algo que ya existe en otro universo se manifiesta. Esta teoría le saca el "yo" al trabajo creativo. Claro que uno tiene el caudal de 50 años de trabajo y por eso pone esas intuiciones en su lugar rápidamente, sabe adónde va.


- ¿Y qué hace que eso se convierta en un éxito?


- El éxito no existe. Existe el suceso económico y no tiene nada que ver con el trabajo artístico, sino con otras innumerables cosas, que pueden ser muy respetables. Si uno siente que es un artista no puede estar preocupado por el suceso económico... Hay artistas de enorme suceso económico, pero creo que son empresarios...


- ¿Zanetti es artista o empresario?


- Si fuera empresario no estaría donde estoy (risas). No, yo he estado en todos lados y estoy bien en todos lados, pero claramente no estoy haciendo esto por el dinero...


- ¿Es un gusto que se puede dar a esta altura?


- Yo siempre me tomo sabáticos para hacer lo que tengo ganas. Me tomé dos meses para pintar cincuenta cuadros que van a una muestra enorme al Museo Murillo en Sevilla y me voy a tomar tres para ir a Roma a pintar... Si no es ahora, ¿cuándo? (risas)


- ¿La pintura fue su cuna?


- Mi primera exposición fue en el '64; y todavía me preguntan "¿Usted pinta?" (risas); en 50 años he hecho una muestra por año. Con el teatro trabajé mucho, dirigí, enseñé... Y el cine fue una cosa que apareció, la acepté y me encanta...


- ¿Y Hollywood potenció lo otro, o viceversa?


- Se dio todo, circunstancias extraordinarias, algunas de las cuales aproveché y otras seguramente no. Cuando llegué a Estados Unidos ya tenía 39 años, hacía 20 que trabajaba; entonces inmediatamente empecé a trabajar en cine. Y ahora hago un poco de todo, voy a hacer en el Colón Los cuentos de Hoffmann, tengo una película que he escrito y quiero dirigir, cuyo guión voy a trabajar con un gran guionista amigo, Hampton Fancher, guionista de Blade Runner.


- ¿La va a hacer en Argentina?


- Sí, sí, se llama "Instrucciones para muertos recientes" y es casi una comedia negra. Está Gerladine Chaplin que es mi amiga y actriz fetiche, que ya ha trabajado conmigo (NdeR: en su ópera prima, Amapola) y que es muy parecida a mí mamá, hice ese papel pensando en ambas...


- ¿Usted nació en Colonia Caroya?


- (Risas) No, es un error. Después del Oscar venían a hacerme notas y como somos muy snob los argentinos, me preguntaban cómo vivía en Hollywood; y tratando de graficar que sencillamente, decía que como en Colonia Caroya; y tanto lo dije que me hicieron ciudadano ilustre... ¡y yo feliz! pero nací en la ciudad.


- ¿Y qué queda de aquel joven? ¿Se sigue sintiendo cordobés?


- Siempre me sentí ciudadano del mundo y cordobés. Y creo que queda ese hambre por saber. No sé ahora, porque con la ilusión de Internet la gente cree que sabe, pero nosotros no teníamos nada y sabíamos de todo...


- Muchos con más quedan en el camino...


- Yo creo en el destino, que no necesariamente es protección contra todos los males o suceso. Con el tiempo te vas dando cuenta cómo funcionó tu vida, aunque no sepas cómo va a terminar. Más que toque mágico, es un devenir, un diseño...


- Siempre dice que en la vida todo sigue la estructura en tres actos. ¿Dónde está usted?


- ¡En el tercero, claramente! (risas). Ahí se resuelve lo que se planteó en el primero, y por eso para mí tiene que ver con Argentina, con mi infancia, con la pintura...


- Tomando esa estructura... ¿qué significa para usted estar en San Juan?


- Me recuerda a Córdoba cuando era chico. Tiene todavía una cosa de la provincia de antes, la amabilidad de la gente, los tiempos...


- ¿Y este señor que está acá, quién es?


- Un trabajador en el arte, al que le ha tocado, y por otro lado se la buscó, una vida muy movida que todavía no termina, ¡espero!; que le tocó estar en lugares que alientan la fantasía; y que como dije alguna vez, y es cierto, es estúpidamente feliz.


El Dato


Don Carlo. 25, 27 y 28 de abril, 21 hs, Teatro del Bicentenario. Entradas $150, $450, $600 y $750 en boletería, de lunes a sábado, de 10 a 20, y por tuentrada.com. Todos los medios de pago.

Foto Marcos Urisa