Roberto Palo Pandolfo (56), uno de los cantautores más destacados de la música argentina en las últimas tres décadas, murió este jueves por la tarde. La noticia fue confirmada por fuentes policiales a Teleshow. Si bien aún se desconocen las causas de la muerte, el informe sostiene que el artista se desvaneció en la avenida Díaz Vélez al 5200, en el barrio de Caballito, y fue reconocido por su sobrino Luis Emilio, quien llegó al lugar minutos después del trágico episodio ocurrido alrededor de las 15.25 horas.

En el lugar se hizo presente una ambulancia del SAME que intentó realizar tareas de reanimación, pero el artista no reaccionó, según informaron desde la Policía porteña de la Comisaría Vecinal 6 A.

Nacido en Buenos Aires, formó Don Cornelio en 1984, justo después de terminar la escuela secundaria; poco después, el nombre de la banda sumaría el y la Zona. Ella vendrá, escrita por Palo Pandolfo e incluida en el álbum Don Cornelio y la Zona, le abrió las puertas de la rotación radial. El grupo, un emblema del post punk con acento criollo, se separó en 1989, tras la publicación de Patria o muerte. Luego formó Los Visitantes, en la que el cantante y compositor incorporó por primera vez los ritmos latinoamericanos, y con la que grabó Salud universal, Espiritango, En caliente, Maderita y Desequilibrio.

Su carrera solista comenzó en 2001 con A través de los sueños, luego reeditado en 2007. Otros trabajos de Palo Pandolfo fueron Antojo y Ritual criollo. Junto a La Hermandad grabó Esto es un abrazo y en 2016 publicó Transformación, acompañado dos años más tarde por un documental que repasaba su proceso creativo, y en 2019 lanzó El vuelo del dragón, un “registro antropológico” de sus tres décadas de carrera. Hace dos semanas, el cantautor había publicado el single Tu amor, un dúo con Santiago Motorizado que oficiaba junto a El alma partida como anticipo de su próximo álbum.

En enero de este año, Pandolfo estuvo invitado en el ciclo Experiencia Leamos y su participación fue antológica: inquieto, verborrágico, expansivo como si estuviera en el escenario, más interesado en preguntar que en responder, regaló una hora intensa en donde habló de música, pero también de lo cómo atraviesa la incertidumbre del presente y cuáles son los interrogantes que se hace como artista.

“Todos analizamos todo, todo el tiempo. No hace falta que leas libros para analizar. Analizamos por instinto. Hay niveles muy sutiles de análisis como la piel, la intuición, los sentidos, los sinsentidos, incluso la sombra, el inconsciente. Esto es lo que yo debato con la sociedad desde el principio de los tiempos, cuando empecé a hacer canciones. En la oscuridad interior y en el silencio hay otras verdades. Vivimos con demasiadas voces instaladas y la cultura muchas veces nos condiciona. El lenguaje te condiciona”, dijo en esa oportunidad.

“Sueño con llegar a viejo y tener tiempo para escribir una novela. Un disco no es una novela, en todo caso es un comic book. Las canciones son como viñetas. Son historietas, pastillas. Si querés, poesía, con toda la locura de Tanguito, Spinetta y Miguel Abuelo: ellos eran un poco poetas”, declaró.

“En un momento nos cansamos de estar sentados. Cuando aparecieron Virus, los Twist, Soda Stereo, Sumo y un poquito de los Redonditos: ¡era bailables! Sumo era directamente un trance total. Estábamos presos, hipnotizados. En la época anterior a Virus estaba lo progresivo. Era genial, pero no necesariamente bailable. Incluso era antibailable. Era muy claro que Soda y Virus eran bolicheros, y eso era lo que nos gustaba. Tres años antes queríamos a King Krimson y Color humano. Yo hago un link entre aquella música y el trap. El rock nacional post 90, que es el del aguante, está dando paso al trap. De alguna manera el trap es música bailable. El rock no pierde la masividad, pero hay una posibilidad; el tiempo va a definir si el trap será el principio de algo o no”, completó.