Con mucha energía para subirse a los escenarios -cerquita de cumplir 70 años, en octubre- el guitarrista y cantante David Lebón, subirá al Teatro del Bicentenario esta noche (Ver Dato) para brindar un musical signado por el reencuentro con su público y la fuerza de canciones que vienen sonando con el exitoso disco Lebón & Co (volumen 1). Ese material le valió seis Premios Gardel -entre ellos el de Oro- y dentro de poco sacará el volumen 2, que también contará con colegas invitados, nacionales e internacionales. En este contexto, el ex Serú Girán se subirá a su "nave" para repasar grandes clásicos de la música argentina y rememorar aquellas bandas emblemáticas que lo tuvieron como protagonista. "Nos veremos otra vez", así se llama su propuesta y con DIARIO DE CUYO habló de este presente artístico y también de personal. A pesar de la pérdida de Tayda -su primogénita que tuvo con Liliana Lagarde- fallecida el año pasado, el artista mostró entereza espiritual y anímica, gracias a la música y a las enseñanzas de su gurú Maharaj Ji, manifestó.


- ¿Con qué expectativas esperás este recital que darás en el Teatro del Bicentenario?
- En realidad lo que me pasa ahora es que ya no siento expectativas. Creo que son cosas que deben suceder en el momento que sea y dependerá de las decisiones que tome la gente y de cómo se sienta. Por ahí no tiene ganas de salir a ver un recital, sé que son tiempos difíciles y complicados, de unos tiempos con mucho miedo. Pero de todas formas, no me puedo quejar cómo me fue en mi vida. Sí me quejo de cosas fuertes como la muerte de mi hija hace unos meses, fue duro para mí, pero la música es lo único que me cura. Y por eso hago este trabajo. Hay gente que vivió dolores más intensos que los míos seguramente, pero aspiro a cubrirles el alma, darles amor y todo lo máximo que aprendí en la vida con esta guitarra. La guitarra es el puente de la música y la música es el perfume de Dios. Y la música a la gente la pone bien. Me di cuenta que ese es mi servicio, tocar para un futuro hermoso.

- ¿Quien vaya a tu concierto percibirá que sintoniza la misma frecuencia que vos?
- Exacto, quizás yo llegue mal al escenario, pero siempre pasa que cuando veo al público me pone muy bien. El escenario es como una nave. Cuando me subo a ella me pongo a viajar y paran todas las cosas de mi cabeza, todo el ruido que me hace, que no para de hacer preguntas y no para de hablar... el ego es algo que me hincha mucho las bolas. El cerebro no da amor, el cerebro te pide un auto nuevo, te pide casarte con una mina linda y tener hijos. Bueno después todo eso trae problemas (bromeó), por eso sostengo que hay que escuchar más al corazón.

"Hoy estoy aprendiendo a vivir lo mejor posible, a pesar de todos los tropiezos y las caídas, me levanto y sigo. Sé que tengo mucho más para dar y hay personas que me necesitan y ahí voy a estar". 

- ¿Por qué crees que en este tiempo posmoderno, el lugar para las emociones y sentimientos han quedado subordinados al éxito racional por encima de todo?
- No quiero sonar pedante. No soy millonario, me dedico a la música, a tocar la guitarra. No me dediqué a ganar plata, pero mal no me va. Lo que más me importa es la música y lo que pueda transmitir. Cuando cierro los ojos y canto, también me escucho, la música se escapa, es como el agua, no la podés agarrar. La música hace lo que quiere con vos, si es que vos te entregas; ahora, si pretendés ser el capitán del barco, es probable que algún día se hunda. Por eso en la nave que sí sé navegar es el escenario. Entonces yo te puedo llevar a donde más te guste, te puedo hacer cantar, bailar y emocionar, llorar o reír. A mí me da mucha pena lo que pasa en el mundo, pero si me dedico a ver la pena y no a ver la felicidad, estoy perdido. Aprendí de Maharaj Ji las cuatro técnicas de meditación y ayuda a que la mente descanse un poco y el alma se exprese mejor. Hoy estoy aprendiendo a vivir lo mejor posible, a pesar de todos los tropiezos y las caídas, me levanto y sigo. Sé que tengo mucho más para dar y hay personas que me necesitan y ahí voy a estar.

- Pasarán guerras, pandemias, hambrunas e injusticias. ¿Por qué pensás que la música tiene un efecto sanador?
- Para mí es como un refugio y además acepto todo lo que venga de ese lugar. Cuando tenía 17 años no me bancaba la cumbia, no me bancaba a los raperos, pero con el tiempo me di cuenta que son también colegas que hacen lo suyo con buena onda. Y no se entiende cómo hoy los chicos se matan entre sí, no entienden que la idea es estar juntos y pasarla bien. Cuando era pibe iba con Valeria Linch y otros amigos a escuchar música de Jimi Hendrix y todos éramos del mismo barrio. Al conocer a Almendra y Manal por primera vez, me volví loco, qué bello que era escuchar Avellaneda Blues, es como un tango con letras bluseras en castellano, me hizo sentir que mi lugar era ese.

- En tu época había fuertes disputas y posturas partidarias por un estilo o una estética dentro del rock. ¿Hoy ves que todo eso que sucedió tenía sentido?
- No soy un adelantado, pero sí sé que nunca me gustó discutir o pelear o estar en un bando u otro. En aquellos años se hablaba muy mal de Palito Ortega o de Sandro, hasta se llegaron a inventar apodos y se los veía como mufas. No estaba de acuerdo con todo eso, pero prefiero aquellos años que hoy. Bueno, hoy estamos todos juntos, pero la gente común, el laburante, la pasa muy mal con todas las cosas que pasan. Mirá, no es difícil comprender la política. Soy fan sanmartiniano, mi máximo ídolo es San Martín, no hubo ninguno tan grande como él y como sus amigos como Bolívar y Belgrano. Todos ellos quisieron y pelearon para arreglar a Sudamérica, pero tuvo que morirse solo en Francia, se rompió el cul... por liberar toda una patria y terminó solo, perseguido y olvidado. Podría hablar días y días de lo que nos pasa, pero tenemos que aprender. Estamos todos en el mismo planeta y nos quejamos siempre de lo que tenemos. Pero debemos cuidar mejor nuestra casa, no hay otro planeta como el nuestro y no podemos estar todo el tiempo peleados. Hace miles de años, Nerón quemó Roma y a todo el mundo le importó muy poco y el mundo siguió igual como hasta ahora. 

"No me puedo quejar cómo me fue en mi vida. Sí me quejo de cosas fuertes como la muerte de mi hija hace unos meses, fue duro para mí, pero la música es lo único que me cura. Y por eso hago este trabajo."

- ¿Cómo está el proceso y preparación de tu nuevo disco?
- Está a punto de salir. Ya tenemos tapa, los temas están terminados, solo falta sumar algunas voces. Pero sin despreciar el volumen 1 de Lebón y Compañía, el que viene ahora será mucho mejor. No puedo adelantar nada, no puedo decir quienes están porque me pidieron que sea una sorpresa.

- ¿Cómo recibís estos 70 años que estás por cumplir?
- Tengo 8 nietos y ya está, no tengo más nada que explicar ni pedir. Tengo 4 hijos y Tayda está también presente conmigo en todas partes. Está en mi corazón y es verdad, el corazón no solo late o bombea sangre, sino también su alma. En el corazón están todos los que se fueron y todos los que extrañás. Ellos vienen cuando los recordás y escuchás a tu corazón. Cerrás los ojos y respirás profundo, los pensás con el amor. Ellos aparecen y sentís que están contigo. Aunque en el plano físico nunca más la veré, ojalá la pueda ver en otro lugar. Por eso no sufro, lo único que puedo hacer es transmitir lo que siento, sin hablar, tocando, cantando y sonriendo, es lo máximo que puedo hacer ahora.

DATO
>> David Lebón. Se presentará hoy viernes a las 22hs en el Teatro del Bicentenario. Entradas: $2500, 3000, 3500, 4000, 4500 en boletería y tuentrada.com.