"Tápenme cuando me muera con una manta tejida por mis paisanas", decía La paciencia pobrecita, una de las canciones de María Elena Walsh que entonaron varios folcloristas. Y así se hizo. El féretro que contenía los restos de la cantautora fallecida el lunes, fue cubierto con una cobija tejida por miembros de pueblos originarios (y con la famosa foto de su rostro tomada por Sara Facio, su pareja hace 30 años) y así fue llevado al cementerio de Chacarita, adonde ingresó sobre el mediodía. Varias generaciones de desconocidos que admiraban su obra, y también varias figuras del ambiente, le dieron el último adiós. Una despedida respetuosa y cálida, que fue precedida por una breve ceremonia religiosa y las palabras del presidente de Sadaic.

"El país ha perdido una de las más grandes figuras de la cultura nacional", señaló Atilio Stampone ante un reducido grupo de familiares, amigos y personalidades en la capilla de la necrópolis. Tras un fuerte aplauso, y a modo de homenaje, los presentes entonaron fragmentos de emblemáticas Manuelita, Canción del jacarandá y La Cigarra.

María Elena Walsh murió en la mañana del lunes, a los 80 años, luego de haber estado internada un mes en un sanatorio del barrio porteño de Palermo. Allí era asistida a raíz de una agudización del cáncer óseo que padecía hacía varios años, y que la alejó de la escena. El velatorio tuvo lugar en Sadaic, lugar en el que también se hizo presente la presidenta Cristina Fernández, que por la noche pasó brevemente por la capilla ardiente, donde saludó a Facio.