La voz de Mario Echegaray recitó los primeros versos escritos por la pluma de Don Buena: "Quise armar un fogón allá en la sierra / en mis lejanos pagos jachalleros; que llamara, cordial, a los arrieros; de todas las distancias de mi tierra. Un fogón que llamara a los andantes de todos los caminos y las razas; a juntarse al calor de nuestras brasas a conversar de cosas trashumantes". Es la clave inicial para un ritual que por 60 años viene materializándose en cada edición de la Fiesta de la Tradición y al mismo tiempo, el eje troncal de una convocatoria que despierta intensas pasiones tanto a jachalleros como a visitantes foráneos. Una vez más, la llama del Fogón de los Arrieros, se encendió entre los cerros y significó, en lo simbólico, un acto de reencuentro, de esperanza y de alegría renovada. Después de todo lo que sucedió con la pandemia, la cuarentena y la suspensión de la fiesta el año pasado, hubo un sentimiento reconfortante para cada uno de los actores participantes en la realización de la puesta escénica. Miguel Liquitay, quien lleva 40 años de ser el encargado nada menos que de encender el Fogón -junto a su compañero gaucho Hugo Roque Domínguez- vio con alivio, cómo el fuego quemaba la leña: "es algo sanador, se extrañaba mucho hacerlo. Sufrimos mucho con la pandemia, como todo el mundo y ahora estamos un poco mejor. No queremos que se pierda nunca esta celebración para dar el mensaje del Fogón, la unión del pueblo argentino", comentó con orgullo Don Miguel. Tras 60 años, hay mucha historia artística en el escenario de la fiesta, porque estuvieron grandes figuras musicales nacionales como Horacio Guarany y Mercedes Sosa; pero también, hay una profunda valoración identitaria, porque el Fogón de los Arrieros invoca a las 23 agrupaciones gauchas de todos los distritos de Jáchal que, con sus 200 jinetes, representan aquellos históricos sectores populares de todo el país (los gauchos de Güemes, de López, Ayacucho, de Chacho Peñaloza, Facundo Quiroga, Falucho, ranqueles, diaguitas, guaraníes, los del Llano, pamperos, querandíes...) que habla de un deseo de unidad nacional que trascienda generaciones hacia el futuro. 


Desde el escenario, Echegaray, el locutor oficial de la escenificación, retomó el micrófono con un desafío gigante al recitar el poema, a pesar de su experiencia: "lo vivo con compromiso y responsabilidad. Sentimos esa falta de gimnasia del encuentro en el escenario, pero el público asistió masivamente y su alegría nos contuvo mucho". Igual sensación experimentó Pascual Recabarren, quien oficiaba la presentación del Fogón: "es como actuar por primera vez, todo el cuerpo tiembla y había que recuperar el ritmo entre nosotros. Pero al final todo fue fantástico". En otro aspecto, los protagonistas del Fogón, sintieron además, fuertes ausencias como las de Pelito Valle, Alberto Matus, Tata Ahumada (se le rindió un homenaje) Mario Manrique, Horacio Espejo, Sebastián Iribarren y Cosme Yáñez, figuras emblemáticas que contribuyeron mucho a la escenificación, que ya no están físicamente, sin embargo, fueron recordados en la intimidad del show con afecto. Cuando el espectáculo culminó, los jinetes fueron a descansar y a refrescarse, ante la extenuante y calurosa noche. Quien se encontraba al pie del cerro, estaba Alejandro García (52). Desde los 13 años que participa en el fogón y en 24 ediciones de forma consecutiva, interpreta al General San Martín, el máximo rol protagónico del Fogón: "la adrenalina que se siente al representarlo es la misma desde la primera vez. Es una experiencia única y me conmueve ver cómo el público lo disfruta también. Para niños y jóvenes el Fogón es un momento inolvidable", dijo contento. Y a su lado, estaba Roque Lara (43) quien representa a Manuel Belgrano, expresó su satisfacción por apreciar las muestras de cariño de la multitud: "alzar la bandera nacional, siendo Belgrano durante 7 años, es el mayor orgullo de mi vida. Que la gente este feliz es lo que queremos y es lo más esperado por todo el gauchaje. Esperamos seguir haciéndolo muchos años más", afirmó Lara. Las llamas del fogón continuaron encendidas hasta las primeras horas del amanecer del domingo. Pero aquellos que atestiguaron lo que simboliza, se llevaron en el interior, el mensaje sabio, certero y transversal a todas las épocas y generaciones: un pueblo unido. Y sumado a ello, en palabras de Echegaray: "que la argentinidad no dure 45 minutos. Sigamos unidos para honrar nuestra patria todos los días". 


Noche calurosa y popular



La segunda jornada de la Fiesta de la Tradición concentró una masiva presencia de espectadores locales y provenientes de otras provincias cercanas. En la intimidad del show, algunos artistas y asiduos asistentes a la fiesta, calculaban una concurrencia de más de 15 mil personas, entre plateístas en el campo y los que apostaban en los cerros, aunque no hubo una cifra estimada oficialmente. Entre los momentos más destacados fueron el homenaje a Tata Ahumada, la actuación de los salteños Canto del Alma, el Ballet Jáchal, Sacheros y sobre el final de la noche, Sergio Galleguillo. Chacareras, zambas y otros ritmos norteños fueron predominantes e hicieron bailar a muchos jóvenes y adultos que celebraron hasta alta horas de la madrugada.

Pastelitos fritos. La familia organizada, preparando la típica comida
jachallera.
Las paisanas electas bailaban al ritmo de sus chacareras preferidas.
La clásica reposera y conservadora fueron infaltables a la hora de disfrutar el
show para muchas familias.
En altura. Como es habitual en cada fiesta, el público colmó los
cerros laterales para obtener una vista panorámica de los espectáculos.
El suelo sublevado. El público cruzó las vallas para agitar sus pañuelos con
zambas y vidalas.