"Suenan los bronces de San Juan", concierto a cargo del ensamble de metales, con obras de Strauss, Piazzolla, Joplin y otros. 
 

 
 
El pasado Viernes 17 mientras hacíamos la cola para entrar nos sorprendió un sonido que procedía de lo alto y envolvía a toda la sala, con los compases iniciales de "Así hablaba Zaratustra" de R. Strauss. Fue un "adelanto" a este primer concierto del recién nacido "Ensamble" de vientos de la orquesta. La palabra hebrea "rúaj" que termina "onomatopéyicamente" con una espiración de la voz significa "viento" ,"aire" y "espíritu" y pasión". Igualmente el griego "pnéuma" posee idénticos significados y también supone un sonido explosivo del aire "Pné" (de allí deriva nuestro español "pneumático"). Y es que el sonido de los instrumentos de viento suponen que los pulmones humanos soplen y los vientos de metal o "bronces" se caracterizan por brindar a la familia de la orquesta un toque brillante y solemne. Al inicio se nos presentó la trompeta, explicando sus orígenes muy antiguos desde Egipto (no podríamos imaginar la Marcha triunfal de la ópera "Aída" sin ellas) y Mesopotamia. Y entonces se escuchó desde atrás el toque de trompeta de la ópera Fidelio de Beethoven seguido por la "promenade" de Cuadros de una exposición de M. Moussorsky y luego por una versión de "Bist Du bei mir" ("Cuando estás conmigo") aria sobreviviente de una ópera perdida de Gottfried Stolzel que luego fue añadida al "pequeño Libro de Anna Magdalena Bach y quedó como de su esposo Juan Sebastián. Siguió la Sonata: "die Bankelsangerlieder", trozo anónimo pero fechado en 1684 "Bankelsangerlieder" quiere decir "Canción de los que cantan sentados en un banco", ¡pero nuestros intérpretes la tocaron de pie! Ahora fue el turno del corno. La culta palabra "cinegética" quiere decir: "del ambiente de la caza". Pues bien el corno tiene esa connotación y para introducirnos oímos otra vez desde atrás sonidos comparados del "Corno de caza" y del "Natural". Al llegar al escenario el corno "de caza" hizo amague de dispararnos al grito de "¡allí va!". Siguió otro tema que no reconocí y fue el turno del trombón que hizo su entrada por la puerta lateral derecha demostrando su posibilidad del "glissando" y con el ejemplo de típica "risa" que puede lograr, contagiando al público. El trombón "alto" tocó una "danza medieval" y por la puerta izquierda hizo su entrada la tuba interpretando el inicio de la "Marcha al cadalso"de la Sinfonía Fantástica de H. Berlioz. Así terminó la "presentación de los instrumentos" y comenzó el Ensamble propiamente con el recital: de Giovanni Gabrielli (1557-1612) su "Canzona per Sonare" Giovanni G. hijo de Andrea Gabrielli (1510-1586) organista de San Marco, en Venecia era organista y elevó a los bronces a un brillo tonal muy característico. Samuel Scheidt (1587-1654) "nieto musical de Andrea Gabrielli, en su "Tabulatura Nova" impuso un nuevo nivel en la ejecución del órgano. De él escuchamos la "Batalla de los Gallardos" y "Courante Dolorosa". La "Courante" o "corrente" era una antigua danza y se hizo una danza cortesana muy elegante. Esta "Dolorosa", y a cargo de los bronces era más solemne. De allí saltamos más de tres siglos a nuestro país para una estupenda versión de Oblivion compuesto en por A. Piazzolla.(1921-1992) y con la cálida parte de solista de Miguel Sánchez. Al poner un atril muy bajito en el escenario imaginé que aparecería un "gnomo trompetista" de 50 cms de altura, pero no; era el atril para que apareciera la guitarrista Gabriela Pérez que en dúo con el trompetista Fernando Naser interpretaron tres de las 5 -"miniaturas"- del brasileño Villani Cortes (1930): originalmente escritas para flauta.

Naturalmente la impresión es distinta al reemplazar la suavidad de la flauta por la fuerza de la trompeta pero en la "cantiga de Ninar" que es una canción de cuna, al agregarle una sordina se logra una melodía delicada. La primera "Choro" y la tercera "Baiao" son juguetonas. Volvimos a Piazzolla con su "Tango apasionado" y de allí a la Francia de Paul Dukas (1865-1935) con su famosa Fanfarria de "la Peri" escrita en 1912. Dukas la definió como "Poeme dansé" con un joven persa que debe viajar hasta los confines de la tierra para encontrar la flor de la inmortalidad pero ésta está custodiada por una hada; la Péri. La obra es de un extrema suavidad por lo que más tarde agregó éste inicio más "triunfal" sumamente armónico y maravillosamente orquestado. Por fin se llega a un "Ragtime" de Scott Joplin (1868-1917) pero como sorpresa aparece un "monociclista" -Alejandro Quiroga- que le dio al espíritu "circense" del Rag una simpática representación y como Yapa inesperada un "gato Montés" de Manuel Penella (1880-1939) con aires toreros solo que en vez del toro nuestro clown monociclista dejó su vehículo -que me hacía temer que se cayera del escenario- para hacer malabarismos mientras el público con los músicos lo acompañaban con palmadas y "olés". Digno del "Cirque du Soleil" ¡Felicitaciones por este inicio solemne!