Compartir un día con Pérez, es adentrarse a su elixir de arte, distinguir su entrega familiar y conectarse con sus códigos teñidos de mística. Es que con tono afable y cordial, "Dibujito" -como solían llamarlo de pequeño, por motivos obvios-, recibe en su casa de Desamparados con impronta bonachona, vestido de elegante sport -"para la ocasión, porque suelo ser más informal", confesará luego-, calma el ladrido de sus "perros queridos" (Coco, Tatín, Puca y Gala) y, entretanto, también abre el pórtico de sus vicisitudes.

"Mi jornada comienza a las 8.30 para que no se vaya el día. Después desayuno un café con tostadas y me pongo a trabajar en mi taller. No siempre podemos compartir una mañana con Rocío (10) o Andrea (24) -sus hijas- porque Ro va a la escuela y Andy a la facu. Le quedan tres materias para recibirse de Arquitecta", explicará Mario mientras aportó con humor que "de los quehaceres del hogar se encarga Mirtha (49), mi mujer, aunque yo cada tanto inspecciono cómo está el menú del día, porque estoy a régimen".

A medida que Pérez ingresa a su bohemio "templo de creación" -atelier de dos pisos ubicado en el fondo de su casa y construido cuando compró el inmueble-, su actitud desnuda relax y se reconcilia con su imaginativa rutina. Hay explicaciones. Mario construyó ese "hábitat de tranquilidad’ con decoración campestre, música variada (desde Emma Shapplin a Gloria Estefan), con "los cuadros del pasado, presente y futuro’, con esculturas de hierro, dibujitos de "Rocío, la futura pintora", "su altar" (una biblioteca plagada con libros de arte desde Van Gogh a Botero) y hasta con su primer caballete. "Me lo regaló mi papá Mario, a los 13 años y ahora lo usa mi hija Ro", dijo emocionado. Café mediante "porque no me gusta el mate", el prestigioso artista explica con entrega el proceso de su menester (el germen que proliferó más de mil obras).

"Tengo una temática, la vuelco a la tela y escucho a mi corazón. Yo pinto, después no manejo el destino de la obra. Uno tiene días buenos y malos, pero cuando entro al taller se regula todo. Últimamente me di cuenta que me gusta trabajar bajo presión, porque a veces soy muy vueltero. Por ejemplo, me propongo metas y me digo: esta semana tengo que sacar un cuadro. Por suerte me ayudan los marchands y me permiten concentrarme en lo mío. Y por suerte rindo", subrayó mientras Mirtha le avisó con picardía que "el almuerzo light ya está listo". "El asado es para los domingos con amigos y en familia", remató.

Luego de comer con su esposa y sus hijas, evitar una siesta porque "en invierno no me gusta tomarla", Mario regresa al taller donde se pasa alrededor de 8 horas por día y crea obras "con energía y que retomen un momento vivido con mucha intensidad".

"Cuando estoy pintando prefiero desenchufar los teléfonos así no me interrumpen. A veces te lanzan algunos problemas y yo necesito estar en silencio y sentirme libre", aseguró con reproche. Esa libertad, es la que revive recuerdos y transforma a sus óleos en genuinas piezas de exportación, aquellas que recorren las galerías de arte y los festivales más importantes de Europa y EE.UU y las que provocan el desespero de los coleccionistas más idóneos -"no solamente compra mis cuadros la Presidenta Kirchner", acotó-.

"Es una carrera difícil y soy un agradecido a Dios porque vivo de lo que me gusta y de otra manera. Desde que perdí a mi papá hace 6 años, reencontré mi camino espiritual. La vida es finita y aprendí a disfrutarla más", reflexionó el hombre que lee con orgullo "el resultado del esfuerzo’ en la prensa nacional y de porte global -la última fue la nota que le hizo revista Gente- y en los catálogos más prestigiosos y que lo erigen con mayúsculas, como la casa de subasta Christie’s.

"Te podes marear con el éxito, pero tengo los pies sobre la tierra. Más allá de todo soy el mismo de siempre. Trato de que nada me contamine y pavonearme no es lo mío. Es como el papel del caramelo. Lo importante es lo de adentro como dice mi muletilla", meditó su prioridad. La tarde asomó su noche y Mario se preparó para cenar con los suyos y "mirar un poco de Discovery Channel". Había que descansar. Después de todo, lo espera otro día de universo instrospectivo. Y de sabia sencillez.