En estos tiempos donde todavía se acostumbra a silenciar los hechos de violencia y de abuso dentro y fuera de los entornos de pertenencia, me ha inquietado profundamente la lectura de un libro de reciente aparición: la novela "Por qué volvías cada verano", de Belén López Peiró. A través de una estructura narrativa coral, como si se tratara de una novela judicial, desde las voces de los personajes con sus perspectivas distintas, fui acercándome con emoción y atraída por el suspenso de los relatos intrafamilares al conflicto de una chica adolescente abusada por su tío cuando sus padres se la dejaban a su cuidado. Entre personajes que le descreen, otros que lo aceptan pero recomiendan el silencio, encuentra en algunos la fuerza necesaria para no callar más, y en ese intento doloroso donde el espacio de lo familiar se convierte en metáfora de lo siniestro, se revela la necesidad de cuidar a las posibles víctimas sobre todo adolescentes, como una necesidad social y política.