Mirar películas era la salida ideal sanjuanina (de las pocas opciones que existían hace unas cuatro décadas) para la familia, los novios o parejas, que fuera al aire libre y con esa idílica "luz de luna", en el propio auto, el combo resultaba perfecto. De entre los más de 60 espacios de proyección que funcionaron en San Juan (de los que se tiene memoria), uno de ellos se distinguió de manera especial: el autocine, que resurge de las cenizas en pleno siglo XXI. Con la industria cinematográfica mundial y sus grandes salas en jaque, se van concretando iniciativas privadas y mixtas (con ayuda del Estado) para recuperar esta modalidad.

En Catamarca, La Pampa, Buenos Aires y Tucumán, por ejemplo, hay experiencias en curso y la próxima semana, inaugurará La Linterna Mágica, en el Paseo San Juan. A raíz de ello, cinéfilos y cultores locales que vivieron épocas doradas del cine en la provincia, recuerdan con nostalgia el desaparecido Autocine San Juan. DIARIO DE CUYO consultó a Carlos Cerimedo, a Antonio De Tommaso y a Pepe de la Colina, quienes mantienen la memoria fresca de aquel lugar durante la década del '70. Por los escasos registros y antecedentes, no se sabe a ciencia cierta si hubo otro autocine a lo largo del siglo XX en San Juan. Teniendo en cuenta que el primer autocine surgió en 1933 en Estados Unidos y recién en la década del '60 llegó al país -varios funcionaron en la Ciudad de Buenos Aires hasta los años ochenta- se cree que no hubo otros autocines sanjuaninos.

El único espacio como tal reconocido fue el mencionado Autocine San Juan, que se ubicaba en Ruta 20, Km 7, en Santa Lucía, a cinco mil metros del Aeropuerto Domingo F. Sarmiento. Tampoco hay datos precisos de cuándo se inauguró, aunque sí hay publicaciones que testifican que después tuvo otras denominaciones: en 1976 se le llamó Autocine El Zonda y un año después tuvo como nombre Autocine América (según los archivos de DIARIO DE CUYO). Funcionaba tanto en verano como en invierno, en tres jornadas (jueves, viernes y sábados) y con doble función continuada. Así lo recordaba Cerimedo: "Creo que fue entre 1972 y 1974. La verdad que duró pocos años. Fui dos veces con mi Renoleta. En aquellas ocasiones vi 'Yo gane al Prode y Ud?' del director Emilio Vieyra y 'La fuga del loco y la sucia' con Peter Fonda. Las proyecciones eran con equipos de 35 mm analógicos, película en rollos como se usaba hasta hace algunos años recientes en la provincia, hasta que aparecieron los proyectores digitales actuales", contó el coleccionista de un vasto archivo audiovisual.

De Tommaso, actual director del Cine Club IOPPS, coincidió: "Se ubicaba antes de llegar al actual hotel Viñas del Sol. Hoy en su lugar hay una bodega. Se decía que era de unos mendocinos y duró más o menos desde 1972 hasta 1975. Para escuchar el sonido de las películas había que sintonizar en AM y si no tenías radio, te prestaban una a transistores. El terreno era todo de tierra y si llovía no veías nada, porque a pocos autos de aquella época le funcionaban los limpiaparabrisas", recordó entre risas. "Las películas que se veían eran de todo tipo. Era un cine popular", añadió. Por su parte, De la Colina, periodista y locutor, también compartió cómo era ese ritual de ir al autocine, que tenía su costado incómodo para los espectadores, ya que para permanecer por casi dos horas de proyección había que tener coraje y resistencia a la naturaleza.

"La pantalla pudo tener unos 50 o 60 metros de ancho. El predio era muy extenso y había que mantener los vidrios cerrados de las puertas por los mosquitos y era insoportable el feo olor de las aguas del Bajo Segura", sostuvo. De igual manera lo remarcó Cerimedo: "Los mosquitos en verano, el olor del Bajo Segura, en invierno se pasaba mucho frío, porque para que funcionara la calefacción, los autos tenían que estar en marcha... Fueron los problemas que tenía el autocine, por eso no duró mucho". Los tres memoriosos destacaron también que el flujo normal de asistencia en un fin de semana era de no más de 100 vehículos por noche. Los grandes estrenos que llegaban del cine nacional y del extranjero se pasaban primero en las grandes salas del microcentro, luego los títulos circulaban por los cines barriales y después llegaba al autocine. En su cartelera figuraban films como "Atrapado sin salida" o "La amante del gangster", "Una grieta en el techo"y "Enséñame a vivir", que por ese tiempo predominaba el famoso Technicolor. "Las películas muchas veces no importaban porque algunos usaban el autocine para trampas", relataba Cerimedo con picardía.