Con 64 años recién cumplidos -el 13 de marzo- y ese acento español que no ha perdido pese a sus décadas en Argentina -y que le reportó un atractivo extra a la hora de conquistar estas tierras-, Manolo Galván llegó ayer a San Juan para presentarse esta noche en Albardón. Artífice de clásicos como "Te quise, te quiero y te querré", "Deja de llorar" y "Por qué te quiero tanto"; una vez más desgranará esas canciones que fueron furor en los "70, que se convirtieron en testigos de varios romances, y que hoy -pese a un anuncio de retirada en 2006- sigue llevando por distintos escenarios.

"Voy a dar todo con todo mi corazón y mi agradecimiento, porque me han soportado 46 años y han hecho de mí lo que yo soy", dice el galante cantor en charla con DIARIO DE CUYO. "Todavía estoy vigente y me gusta recorrer el país. .. para mí es un placer salir de gira y me siento muy bien", agregó en un diálogo sensible y no falto de humor, donde revisa el pasado, transita el presente y sueña futuro.

- En 2006 anunció retirada, ¿qué lo hizo arrepentirse?

- (Risas) No me he ido nada, cierto. Mira, yo me quería retirar, pero empezaron a salir contratos y mi hijo, que es mi manager, comenzó a firmar y me dijo "papá, no te retiras nada, te queda un añito más". Además son 19 países de los que tengo que despedirme.

- Va a ser como los Chalchaleros, o su paisana Carmen Flores....

- (Risas) Me parece que sí, ya hasta me da vergüenza hablar de eso. He recibido de ustedes un cariño que no me merezco... Bueno, por eso me vine a vivir aquí. Soy español, tenía una casa preciosa en Madrid, pero me vine. Y aquí tuve una hija más, aquí están mis nietos, y si hay que dar la vida por Argentina, ¡adelante!

- ¿Le molesta que se lo catalogue como "música del recuerdo"?

- ¡En absoluto! La música del recuerdo es música... Beethoven es música, Tchaicovsky y tantos otros. Ya soy un hombre mayor, días atrás cumplí 64 años, empecé a los 16, he pisado más escenarios que calles, así que mira si hay recuerdos. Ahora, si bien o mal, eso lo decidirán ustedes y la historia.

- Pero se considera vigente...

- Mira, este último fin de semana metí 1.200 personas, el domingo 2.000. Algo hay en mí que ven. Y te cuento que muchos son chicos jóvenes, que seguramente han oído a sus padres... de otro modo no me lo explico.

- ¿Piensa con frecuencia en su época de oro?

- Nunca he creído en épocas de oro. Sí en los momentos que he acertado y en los que he fallado, que han sido mucho más (risas), pero he dado todo y creo que la gente me quiere. Pero ya me quiero retirar el año que viene, porque es suficiente.

- ¿Qué le gustaría hacer entonces?

- Ir a vivir al mar, indispensablemente. Pescar, montar una librería que tenga discos también. Estoy lleno de ilusiones y proyectos.

- ¿Volver a España?

- No, ya no. Ahora España es casi extraña para mí. Tengo todo acá. Lo único que traje de allá fueron dos hijos -acá nació otra- y mi esposa. Bah, mi ex. Allá tampoco tengo esposa... pero voy a ver si compro alguna (risas).

- Argentina las pasó feas ¿No se tentó nunca con regresar?

- No. A mí cuando las cosas se ponen difíciles, me gusta enfrentarlas. Yo he estado con vosotros desde la época de Alfonsín... ¡y no me vayáis a tomar como un hombre al que le gusta sufrir! (risas)

- Tanto tiempo y aún conserva el acento...

- ¡Mujer, yo ya vine viejo! Vine hecho y derecho; y no me termino de acostumbrar. No por falta de respeto a vosotros, sino porque ya está incorporado y no tengo edad para cambiar. Pero siempre, cuando digo "quiero volver a casa", es Argentina.

- ¿Se considera uno de los últimos románticos?

- No, qué va. El romanticismo no se pierde, porque se perdería uno de nuestros valores reales, sería una inmensa estupidez.

- ¿Y quién le gusta de sus colegas más jóvenes?

- En realidad ellos intentan marcar ahora una época que ya habíamos hecho nosotros antes. O sea... Están haciendo más de lo mismo, pero hay voces alucinantes y gente muy bien producida. Yo sé que ahora Denis está con unos problemas, pobrecito. Él me marcaba la línea más europea de todos, pero hay varios.

- Con Denis se da también esta suerte de fenómeno: convocan donde van, pero no tienen repercusión mediática.

- Es que eso es más negocio que otra cosa. Nosotros estuvimos cuando había que estar. Una vez que eres consagrado, ya está. Yo hago teatros y se llenan, la gente canta y baila, viene a ver el show, luego yo saludo, a cenar y a casa.

- ¿No le interesa la exposición?

- No, me interesa que al público le guste lo que estoy haciendo. Lo demás no tiene sentido, prefiero irme a pescar.

- ¿Hoy necesita trabajar para vivir?

- No, gracias a Dios y a la Virgen bendita vivo bien. Y cuando pueda montaré ese negocio de libros y discos, probablemente en San Clemente, porque uno ya es un poco adicto al trabajo. Yo llegué a meter 19 números uno. Me sentía hasta importante (risas), pero menos mal que mi sentido común me llevó a decir "afloja". Uno ya no puede salir hecho pedazos a un escenario, que a la gente le de pena.

- ¿Eso siente?

- No ahora, claro, pero recuerdo hace algunos meses que vi a Favio (Leonardo) y lo tuvieron que sacar entre dos personas. Está muy enfermo, con un cáncer de huesos, pobrecito, que Dios lo ayude...

- No quiere eso para usted...

- En absoluto. Al escenario se sale a dar alegría. Yo no quiero darle lástima a nadie. Hay que saber retirarse, eso me lo enseñó mi padre.

- ¿No cree que va a extrañar el día que se retire?

- Imagínate. La música ha sido mi vida (se quiebra y hace silencio). Me emociona decírtelo. Ese día va a ser muy difícil (gimotea). Pero todo tiene un límite, no se puede salir a demostrar que soy el más viejo que canta baladas. Ni calvo, ni dos pelucas....

- ¿Le asusta la vejez?

- No, creo que es una experiencia y que la estoy transitando con mucha dignidad. Me siento bien. Cuando fui joven mi vida no fue más que trabajar, así que creo que voy a disfrutar de verdad de mi vejez, con mis nietos, mi gente y mi caña de pescar. Y el día que quiera cantar, canto y ya está. Cuando uno es artista lo es hasta la muerte.