El número de muertos por las torrenciales lluvias en el sureste de Brasil aumentó ayer a 40, según cifras oficiales, en el día en que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva visitó la región y dijo que ya no se deberían construir viviendas en zonas con riesgo de deslaves e inundaciones.

Las autoridades del estado de Sao Paulo dijeron ayer que cuatro personas más habían muerto además de los 36 fallecidos reportados el día anterior, pero aún se espera que se registren más víctimas fatales porque tres docenas de personas seguían desaparecidas.

Lula sobrevoló la ciudad costera de Sao Sebastiao junto con los ministros del gabinete y se comprometió a ayudar a reconstruir la ciudad de unas 91.000 personas mediante la edificación de nuevas casas en lugares más seguros.

También dijo que el Gobierno debía trabajar para restaurar las instalaciones de infraestructura clave, como las carreteras dañadas por los deslizamientos de tierra. Las inundaciones en Sao Paulo fueron las últimas de una serie de desastres de este tipo que han afectado recientemente a Brasil, donde la construcción de mala calidad, a menudo en las laderas, ha tenido consecuencias trágicas durante las temporadas de lluvias del país. 'A veces la naturaleza nos toma por sorpresa, pero a veces la tentamos', dijo Lula luego de reunirse con el gobernador de Sao Paulo.