El papa Francisco afirmó ayer que el drama de la migración hacia Europa es "la guerra" de nuestros días y los "campos" de refugiados en el norte de África son como los campos de concentración del nazismo, durante una ceremonia con refugiados en Chipre, donde llegó el jueves para una visita de dos días.

Francisco escuchó durante su viaje a Chipre los testimonios de migrantes llegados a este país de la Unión Europea (UE) que más refugiados recibe en comparación con su población, y a ellos aseguró que "no son forasteros, son ciudadanos" y que el drama de la migración "es la guerra" de nuestros días.

La ceremonia se celebró en la Iglesia de Santa Cruz, que se sitúa justo al borde de la llamada línea azul, donde se encuentran los cascos azules de la Naciones Unidas y que demarca la frontera con la parte ocupada del país por los turcos en 1974.

"Mirándolos a ustedes veo los sufrimientos del camino, los que han sido vendido, explotados, que se han quedado en el camino. Es la historia de una esclavitud universal", planteó el pontífice durante un encuentro con migrantes en el segundo día de actividades en la capital chipriota Nicosia, donde llegó ayer como primera parte de una gira mediterránea que también incluirá Grecia desde hoy y hasta el lunes. Para el Papa, en ese marco, "lo peor es que nos estamos acostumbrando a esto".

Acostumbrarse es una enfermedad grave que no tiene antibiótico. Tenemos que ir contra el vicio de acostumbrarnos". "Nos lamentamos de los campos de concentración de los nazis, de Stalin... hermanos y hermanas, está sucediendo hoy, en las costas cercanas", aseveró Bergoglio.

El obispo de Roma lamentó el que la gente se esté acostumbrado a lo que está sucediendo "a escuchar que se hunden barcos y no se hace nada" y aseguró que "el Señor Jesús viene a nuestro encuentro en el rostro del hermano marginado y descartado, en el rostro del migrante despreciado, rechazado y oprimido.

En los bancos de la Iglesia había algunos migrantes que llegaron a Chipre, el país de la Unión Europea que mas refugiados recibe en comparación con su población.

El papa recordó a los que han podido llegar hasta esta isla en el Mediterráneo, pero también a "todos los que se han quedado en el camino" en "este mar que se ha convertido en un cementerio" y a los que "empezaron este trayecto en condiciones durísimas y aún ni han llegado" .

"Os miro y veo el sufrimiento de vuestro camino, de los que han sido vendidos, esclavizados", improvisó el papa respecto a su discurso. Y citó también los centros de detención en el norte de África, "donde las mujeres son vendidas, los hombres torturados, esclavizados" y aseguró que son como los campos de concentración nazis o soviéticos.

"Es la guerra de este momento, es el sufrimiento de este momento, de hermanas y hermanos que lo han dejado todo para salir en una barcaza de noche y sin saber si llegarán o no", añadió.

También se refirió a las alambradas colocadas en las fronteras de algunos países "para no dejar pasar los refugiados". "Vienen a pedir libertad, ayuda, pan, hermandad, alegría y quien huye del odio se encuentra ante un odio que se llama alambradas", dijo Francisco, que pidió perdón por improvisar estas palabras, pero afirmó que no podía "callar" ante esta situación.

Las puertas de entrada a Europa


Chipre y Grecia son la puerta de entrada de inmigrantes ilegales provenientes de Medio Oriente y Africa. Con menos de un millón de habitantes, Chipre es el país más oriental de la Unión Europea (UE), situado frente a las costas de naciones de Medio Oriente lo que lo ha convertido en un nuevo polo receptivo de los miles de migrantes que buscan llegar por vía marítima hacia suelo europeo. De hecho, la cifra de ingreso ilegales en lo que va del año aumentó casi 40% frente al mismo período de 2020. Los desplazados internos en el mundo a causa de los desastres y los conflictos ascendieron a 40,5 millones en 2020, frente a los 31,5 millones del 2019, pese a las restricciones a la movilidad durante la pandemia.