Es un caso real, pero con todos los condimentos para una novela. La protagonista es una bella joven rusa que se va a estudiar a EEUU y termina presa porque hay demasiada evidencia de que es una espía enviada por el Kremlin. La pelirroja Mariia Butina, 29 años, amante de las armas de fuego, acaparó las noticias estadounidenses justo cuando el presidente de ese país, Donald Trump, mantenía una cumbre con su par ruso Vladimir Putin para intentar llegar a un entendimiento. Y la historia, que tanto se parece a las clásicas novelas de espionaje, vuelve a saltar al primer plano con una nueva revelación: la linda Mariia, asegura la investigación judicial en su contra, ofrecía relaciones sexuales a cambio de acceder a lugares estratégicos en la política norteamericana y mantenerse cerca de los ejes de poder.


La última bomba que hizo estallar ayer la Fiscalía que investiga el caso en Washington establece en un comunicado que "en al menos una ocasión, Butina ofreció sexo a un individuo a cambio de una posición dentro de un grupo de presión". Sin nombrarlo, le apuntan al veterano Paul Erickson, un encumbrado miembro de la Asociación Nacional del Rifle y reconocido activista de Dakota del Sur.


El favor sexual de la muchacha rusa tiene, según los investigadores, una explicación clara. Butina empezó a militar por los derechos de portación de armas ni bien llegó a EEUU con una visa estudiantil, en 2015, cuando tenía 26 años. Con esa excusa, se acercó a la ANR. Y ahí empezó el entramado de relaciones digitado desde el más alto mando en Moscú.


La Asociación tiene un fuerte lazo con el Partido Republicano y aportó varios millones de dólares a la campaña que convirtió a Trump en Presidente. Por eso la Fiscalía sostiene que esa entidad era el trampolín que estaba usando la agente secreta para lanzarse al núcleo del poder político del país y acceder así a secretos e información valiosa. Lo nuevo en este casi culebrón radica en las verdaderas "armas" que usaba la chica: su atractivo y el sexo.


Según revelan los medios de EEUU, la investigación sugiere que incluso con ese mismo método Mariia formó pareja con un ciudadano norteamericano, a quien, aseguran, "usó" por su llegada a varias personalidades políticas.


El tema es que hasta ayer este escándalo competía en los titulares de los diarios norteamericanos con la noticia de que Trump quiere una segunda reunión con Putin (ver aparte). Y tiene al público internacional pendiente de un caso que, con gente real e intereses geopolíticos concretos de por medio, calza perfecto en los clichés de la ficción.

Trump apunta a repetir con Putin


Los presidentes Donald Trump y Vladimir Putin culparon ayer a fuerzas dentro de EEUU por empañar lo que calificaron como una exitosa primera reunión, y el mandatario estadounidense dijo que espera un nuevo encuentro. Trump, que busca calmar las críticas provocadas por su negativa a confrontar a Putin durante la cumbre del lunes pasado en Helsinki por la injerencia de Moscú en la elección estadounidense de 2016, tuiteó que "la Cumbre con Rusia fue un gran éxito, excepto para el enemigo real del pueblo: los Medios de Noticias Falsas. Espero nuestra segunda reunión para que podamos empezar a implementar algunas de las muchas cosas discutidas".
(Reuters)