Las señales de alarma por una descontrolada fuga de radioactividad de la central nuclear de Fukushima aumentaron ayer en Japón ya que la propia empresa que opera la planta reconoció que teme un escape contaminante por una posible fusión del núcleo del reactor número 2 que había explotado por la mañana.

Tokyo Electric Power (TEPCO) admitió que puede haberse emitido radiación después de quedar dañada la estructura que envuelve al reactor número 2 mientras los niveles de radiactividad en la zona marcaron los 8.217 microsievert por hora, frente a los 500 permitidos.

Esta noticia de última hora se sumó a otra que durante el día fue dominante: la detección de radioactividad entre 17 miembros del Ejército de EEUU que realiza labores de rescate en la ciudad de Yokosuka lo que obligó al gobierno del presidente, Barack Obama ,a ordenar el repliegue de barcos y portaaviones de la Séptima Flota lejos de la zono de la central de Fukushima.

Los afectados son las tres tripulaciones de los helicópteros que estaban realizando tareas de socorro cerca de la zona de Sendai.

La radiactividad fue detectada con los instrumentos con los que se suelen hacer los análisis de contaminación como medida cautelar.

La Marina explicó que la dosis máxima de radiación que pudo recibir la tripulación a bordo del barco cuando pasó por la zona fue "menor que la radiación recibida de un mes de exposición a la radiación de fuentes naturales como las rocas, la tierra y el Sol".

No obstante, como medida de precaución ordenó que el portaaviones USS Ronald Reagan y otros buques que se alejaran y evaluaran la dirección del viento para determinar que acciones tomar.

El aumento del riego nuclear sumió en un toque de queda tácito a la ciudad de Fukushima, que, a poco más de 60 Km de su inestable central nuclear, vive sumida en el silencio, entre constantes réplicas del sismo y escasez de agua.

El lugar más bullicioso de esta ciudad paralizada por la tragedia del día 11 es el centro de emergencias que coordina a los equipos encargados de rescatar a las víctimas del brutal tsunami y facilita información sobre la central nuclear de Fukushima.

Militares, personal de rescate, funcionarios y periodistas corretean por pasillos y oficinas en busca de las últimas noticias que llegan desde la costa, donde ciudades como Soma o Iwaki han sido prácticamente borradas del mapa.

En la ciudad de Fukushima sólo unos pocos supermercados permanecen abiertos y cada vez circulan menos coches ante la absoluta ausencia de combustible, reservado ya para los equipos de emergencia y convoyes especiales.

Es imposible conseguir alimentos frescos y las góndolas vacías de los "combini", que han dejado de abrir sus habituales 24 horas, son un deprimente ejemplo de lo vulnerable que es un país como Japón, famoso por sus luces y la viveza de sus grandes ciudades.

Los helicópteros de las Fuerzas de Auto Defensa sobrevuelan la ciudad con mayor frecuencia y la atmósfera que se respira confirma que Japón vive días similares a los de la II Guerra Mundial.

Lo peor se encuentra en la costa azotada por el tsunami, convertida en un caos de lodo y escombros, donde poco a poco se extinguen las esperanzas de encontrar supervivientes y espera un largo trabajo de reconstrucción.

A estas desgracias se unen las tres explosiones en los recintos que albergan reactores de la central de Fukushima. Los periódicos locales llevaban ayer en sus portadas la imagen de las instalaciones de la planta nuclear expulsando un humo del que nadie se fía.