El exsecretario de Estado estadounidense Henry Kissinger cumplirá hoy 100 años con buena salud y hasta gozando de cierta presencia en el mundo de la diplomacia internacional, en el que genera fascinación y rechazo por igual.

Hábil diplomático que negoció el fin de la Guerra de Vietnam, dejó su nombre opacado en la historia por su apoyo al golpe militar contra Salvador Allende y su presunta responsabilidad en el armado del Plan Cóndor, que le permitió a las dictaduras sudamericanas compartir información y recursos para perseguir, torturar y matar a militantes políticos y a guerrilleros en los años 80. Fue el principal responsable de haber llevado al poder al dictador argentino Rafael Videla para combatir el terrorismo.

De silueta encorvada pero todavía reconocible por sus gafas negras de montura gruesa, Kissinger permanece activo y el martes participó en un homenaje en el muy selecto Club Económico de Nueva York, donde apagó las velas sobre una torta de chocolate.

Venerado por su intervención para negociar el fin de la Guerra de Vietnam y denostado por el apoyo al golpe de septiembre de 1973 en Chile contra Allende que entronó en La Moneda a Augusto Pinochet, también fue acusado de cometer crímenes de guerra por el bombardeo de EEUU contra la neutral Camboya durante el conflicto de Vietnam.

Heinz Alfred Kissinger nació el 27 de mayo de 1923 en la localidad alemana de Fuerth, en el seno de una familia judía que emigró a EEUU en 1938 escapando del régimen nazi. El hombre más famoso de la diplomacia de Washington será recordado como uno de los máximos exponentes del doble rasero de la política internacional durante la fase de contención de la Guerra Fría. El diplomático combinó, por un lado, un esfuerzo público de normalización de las relaciones con los países comunistas, como la apertura de China con una política secreta contra la expansión de la izquierda en América latina.