Mientras el número de muertos y heridos sigue aumentando por los choques entre detractores y partidarios del régimen egipcio, el presidente, Hosni Mubarak, se mostró, en una entrevista concedida a la cadena ABC, dispuesto a dimitir de inmediato, pero consideró que el caos que se generaría le impide hacerlo.
En la entrevista con la periodista Christiane Amanpour, que será emitida el domingo en su totalidad pero de la que se han avanzado unos extractos, el presidente asegura estar "cansado" del cargo que ocupa y que dimitiría de inmediato, si no fuera por las consecuencias.
Reconoce que el presidente estadounidense, Barack Obama, al que considera un "buen hombre", le ha pedido que abandone el cargo cuanto antes, pero su respuesta fue la de alertar del caos que se generaría de inmediato.
"Usted no entiende la cultura egipcia y lo que ocurriría si dimito ahora", le espetó Mubarak a Obama, según narra el egipcio en la entrevista con ABC.
No obstante, Mubarak se muestra convencido de que no se presentará de nuevo a las elecciones, aunque no abandonará el país. "Moriré en suelo egipcio", apunta.
Además reconoce que "sintió alivio" cuando pronunció su alocución pública el lunes pasado, en la que anunció que no se presentaría a la reelección en los comicios programados para setiembre.
En la entrevista, aclara que nunca intentó que su hijo Gamal, considerado por muchos años como su sucesor, ocupara el cargo presidencial cuando él lo abandonara.
En sus declaraciones, el presidente reconoce sentirse "perturbado" por la violencia de los enfrentamientos ocurridos en la plaza Tahrir, pero asegura que su Gobierno no es responsable de ellos. "No me gusta ver cómo los egipcios luchan unos contra otros", señala.
En contra, culpa de esta violencia a los Hermanos Musulmanes, un partido político prohibido por Mubarak pero que aparece como el que tiene más chances de convertirse en una alternativa de poder ante la salida del gobierno actual.
El centro de El Cairo era el escenario de una fuerte y por momentos violenta confrontación ayer entre hombres armados leales al Gobierno y los manifestantes anti-gubernamentales que demandan la renuncia del presidente egipcio, Hosni Mubarak.
Al menos ocho personas murieron y unas 800 resultaron heridas cuando defensores de Mubarak atacaron a los opositores que acampaban por décimo día en la plaza Tahrir (Liberación) para pedir que el líder de 82 años abandone inmediatamente el poder, después de 30 años.
Cerca del Museo de Egipto, que aloja 7.000 años de historia en el país árabe más poblado, hombres airados se enfrentaron con rocas, palos y escudos caseros, mientras los tanques de fabricación estadounidense del Ejército de Mubarak, financiado por Occidente, hacían esfuerzos esporádicos por separarlos.
En paralelo a los eventos en El Cairo, comenzó una batalla política con implicancias para Oriente Medio y el mercado del petróleo, que oscilan entre la influencia occidental e islamista. Los líderes europeos se sumaron a EEUU para pedir a su aliado árabe que entregue el poder.
La oposición obtuvo un apoyo cada vez más contundente de los tradicionales aliados occidentales de Mubarak, que reclaman una inmediata entrega del poder.
"Este proceso de transición debe empezar ahora", escribieron en una carta conjunta los dirigentes de España, Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia, haciéndose eco del mensaje que el presidente estadounidense, Barack Obama, le comunicó a Mubarak en una llamada el martes.
Sin embargo, el apoyo a un nuevo orden está lejos de ser unánime. Muchos temen que se desate la anarquía y los laicos comparten los temores occidentales y de Israel a que la Hermandad Musulmana llegue al poder.
Se estima que unas 150 personas murieron desde el martes pasado.