La cámara baja de Wisconsin, EEUU, aprobó ayer por 53 votos a 42, un polémico proyecto de ley impulsado por el Partido Republicano, que elimina varios derechos a los sindicatos estadounidenses y que se extiende por varios estados. Con la nueva ley, los empleados públicos de Wisconsin verán afectados la mayoría de sus negociaciones sindicales.

El debate había comenzado la noche del miércoles cuando los senadores republicanos de ese estado apelaran a una polémica maniobra y aprobaran la norma pese a la ausencia de sus colegas demócratas. Esa cuestionada actitud allanó el camino para que la cámara baja de Wisconsin diera luz verde ayer a la polémica ley.

Antes de la votación manifestantes protestaron en las puertas del Capitolio (sede del Congreso) local donde las fuerzas de seguridad impidieron su ingreso, mientras otro grupo permaneció toda la noche en el interior del establecimiento.

De esta forma Wisconsin se adhiere a la medida antisindical de los estados de Indiana, Ohio y Idaho, donde el proyecto elimina la permanencia de los profesores, limita la duración de los contratos laborales a un año e ignora la antigüedad como un factor para determinar el orden de los despidos.

Además, la normativa recorta los salarios de los funcionarios, aumenta la cuota de su seguro médico y de su plan de pensiones y elimina su derecho a llevar a cabo cualquier negociación colectiva que no sea estrictamente salarial y se conforme a la subida del IPC (Indice de Precios de Consumo); un aumento mayor debería ser aprobado en referéndum.

La medida ataca directamente a los sindicatos de la función pública que deberán celebrar una votación anual para preguntar a los trabajadores si quieren seguir de afiliados.

Los republicanos, de estos Estados, justifican las medidas con el argumento de reducir el déficit fiscal, pero sus críticos afirman que el verdadero objetivo es quebrantar el poder de los sindicatos, históricamente aliados a los demócratas.

La discusión de esos proyectos inició un debate nacional sobre los gremios, que llegó a la Casa Blanca tras el respaldo del presidente Barack Obama a los trabajadores. Sin embargo, la prensa nacional señala que luego Obama se abstuvo de opinar sobre el tema para evitar mayores fricciones con los republicanos.

La implementación de la ley será una importante victoria para los republicanos que han atacado a los sindicatos como parte de sus esfuerzos por reducir el gasto gubernamental.