Días fatales. En 1989 el mundo observó semanas de manifestaciones y huelgas del hambre de estudiantes y obreros en China, donde se registraron muchas muertes.



Treinta años después de la masacre de la plaza de Tiananmen, ocurrida el 4 de junio de 1989 cuando miles de personas fueron masacradas por tanques del Ejército, el gobierno comunista sigue sin reconocer aquellos hechos repudiados por Occidente.


Las protestas en ese escenario ubicado en el centro de Beijing (llamado también "Puerta de la Paz celestial") estallaron tras la muerte de Hu Yaobang, un influyente dirigente reformista que murió de un ataque al corazón el 15 de abril de 1989. Hu fue nombrado secretario general del Partido Comunista Chino (PCCH) en febrero de 1980. Desde entonces este dirigente cuestionó la ideología de Mao Tse Tung.


En 1987, después de varias semanas de protestas estudiantiles en demanda de reformas políticas y democráticas de estilo occidental, Hu fue obligado a renunciar. Tras la muerte de Hu (un defensor del liberalismo económico y político) miles de chinos, desde intelectuales que criticaban la corrupción del PCCH hasta trabajadores que rechazaban el alza de la inflación y el desempleo, se congregaron en la plaza de Tiananmen, corazón político de Beiging, capital china.


El duelo público liderado por estudiantes evolucionó en manifestaciones callejeras en las que se pedía que se honrara el legado de Hu con reformas para la libertad de prensa, para la libertad de reunión y para acabar con la corrupción oficial, así como la posibilidad de publicar las fortunas de los dirigentes chinos del Partido Comunista.


Siempre hubo dudas sobre cuánta gente murió. En 2017, el gobierno del Reino Unido desclasificó un memo del por entonces embajador británico, Alan Donald, quien aseguró que el número de civiles muertos era de unos 10.000.


El primero de mayo de 1989, el reformista Zhao Ziyang, todavía secretario del PCCH, propuso que se ataque la corrupción para satisfacer las demandas de estudiantes. Pero el primer ministro, Li Peng, se opuso. Seis días después, se impuso la ley marcial en la plaza de Tiananmen, el 20 de mayo.


Zhao dimitió y el ejército chino recibió la orden de desalojar Tiananmen. Pero había un millón de personas que impedían que el Ejército chino entrara. En la noche del 3 de junio, un grupo de tanques ingresó a la céntrica plaza y disparó sobre muchos civiles.


A las cinco de la mañana, miles de personas fueron evacuadas a la fuerza. Quizá la foto más reconocida de sea la de un manifestante que bloqueó una columna de tanques que se dirigía a la plaza.


Treinta años después, el gobierno chino continúa negando aquella matanza. "En primer lugar, una aclaración. No estoy de acuerdo con el uso de la palabra represión', dijo el jueves el portavoz del ministerio de Defensa, Wu Qian.

En una provincia china de mayoría musulmana, hay sospechosos de extremismo internados en "campos de reeducación".

El dominio del ciberespacio

 Más de 200 millones de cámaras de videovigilancia, una amplia red de espías y el dominio total del ciberespacio son algunos de los ingredientes usados desde hace años por el Gobierno chino para mantener controlada a su población.

 La China de hoy no guarda gran parecido con la que vivió las protestas de Tiananmen, con un control sobre la ciudadanía que por aquel entonces era "mucho más laxo", señala Víctor Shih, experto en China de la Universidad de California.

 "En los 80 existía una relativa libertad a la hora de ensalzar los méritos de la democracia occidental. Hoy en día eso es inimaginable", subraya el profesor.


El gran responsable es el actual presidente y secretario general del Partido Comunista chino, Xi Jinping, que no sólo ha eliminado toda oposición interna dentro del partido, sino que también ha incrementado el dominio del Gobierno sobre los ciudadanos.


Así, lejos de conformarse con las herramientas de control tradicionales (propaganda, medios de comunicación o educación), Pekín ha desarrollado bajo la batuta de Xi una suerte de autoritarismo tecnológico, principalmente a través de dos elementos: internet y la vigilancia urbana.