Treinta segundos y apenas medio kilómetro de pista es lo que necesita para despedirse de la superficie terrestre y remontar el vuelo. Es como lo imaginaron los autores de películas de ciencia ficción. Pero es una realidad y muy pronto estará en las calles y en el aire. Se trata del Transition, un auto de apariencia tosca y desgarbada se convierte en una ligera avioneta en un proceso que dura un abrir y cerrar de ojos.

La empresa que fabrica este ingenio se llama Terrafugia (del latín, que huyen de la Tierra) y está promovida por un grupo de ingenieros locos por la aviación formados en el legendario Massachusetts Institute of Technology (MIT), uno de los mayores semilleros de premios Nobel que se conocen.

En Terrafugia llevan ya muchos años persiguiendo un afán que es casi tan viejo como el hombre y cuyo antecedente más remoto sería el caballo alado -Pegaso- de la mitología griega. Tras haber desarrollado un prototipo que ha sido sometido a múltiples pruebas y solventado no pocos problemas de homologación, la empresa ha anunciado que durante este año empezará a comercializar en EEUU el Transition a un precio de 160.000 euros, equivalente al de un Ferrari.

El aparato incorpora un dispositivo que le permite plegar y desplegar sus alas en 30 segundos. En el formato de coche no ganará desde luego un concurso de diseño. A medio camino entre motocarro tuneado y furgoneta cargada con materiales de construcción, no hay duda de que en la carretera no pasará desapercibido.

Las limitaciones de peso condicionan la capacidad y en el habitáculo sólo hay sitio para dos plazas. El motor, un Rotax de cien caballos situado en posición central, transmite la potencia al eje trasero. Los fabricantes aseguran que puede ponerse a 105 kilómetros por hora sobre el asfalto, aunque teniendo en cuenta sus resistencias aerodinámicas no debe ser una experiencia muy aconsejable. Eso sí, es un coche sobrio con un consumo inferior a los siete litros cada 100 Km.

Todo lo que el Transition tiene de torpe e incluso de extravagante cuando circula en carretera desaparece en cuanto despliega sus alas: el aparato saca a relucir su potencialidad y hace que su aspecto de patito feo quede en un segundo plano.

El Transition utiliza para desplazarse dos motores a gasolina; el destinado al vuelo, es un Rotax 912S de cuatro cilindros y 100 caballos capaz de alcanzar una velocidad máxima de 185 Km por hora, con una autonomía de 787 Km y un consumo de 18,9 litros a la hora. El motor de carretera, por su parte, permite una discreta velocidad de hasta 105 kilómetros hora, que resulta suficiente para desplazamientos entre ciudad y aeropuerto.

Dicen los que lo han hecho que pilotar el Transition no es complicado. En EEUU, único país donde ha sido homologado, por ahora, se podrá llevar después de obtener una licencia de piloto que gestionará la propia empresa fabricante después de un curso de 20 horas de vuelo.

Se ignora si el fabricante ha solicitado la homologación del aparato ante las autoridades europeas, aunque los expertos se muestran escépticos al respecto por que en el Viejo Continente los requisitos suelen bastantes más estrictos, tanto en lo que se refiere tanto en lo que se refiere a las condiciones del aparato como a las aptitudes de los pilotos.

Ya unos 70 compradores han hecho sus reservas, previo pago de 10 mil dólares y otro desembolso de 185 mil en el momento de la entrega. Un caprichito de 160 mil euros que permite a sus propietarios aparcar la avioneta en su propio garaje.