Mientras los libros empezaban a caerse, "sentía que me movían la cama, que se iba a abrir la tierra". Y eso que ya había sido testigo de otro trágico terremoto: el que sacudió a los sanjuaninos en 1977.

El geofísico chileno Justo Pérez Hidalgo, que vivió 25 años en San Juan, estaba en Santiago de Chile cuando ocurrió el sismo del 27 de febrero del 2010. "En el "77 me asusté al ver tanta gente salir de sus casas en ropa interior. De todos modos, no vi edificios caerse, no vi demasiada destrucción como en Chile. Acá fue super fuerte (el sismo del año pasado), se cayeron autopistas muy modernas", cuenta en diálogo telefónico con DIARIO DE CUYO.

Justo vive en la capital chilena con sus padres. Tuvo que venirse en 1975 a San Juan, mientras su padre huía de las sombras de la dictadura de Augusto Pinochet. Se instalaron en el barrio Del Bono y con 14 años fue testigo del primero de los dos históricos sacudones que hoy vive para contar.

"El de Chile fue más fuerte: pasar de 7,4 grados (en el de San Juan) a 8,8 (Chile 2010) es mucho. El del año pasado fue mucho más largo, parecía eterno", cuenta Justo, que trabaja prestando servicios geofísicos a empresas privadas.

Lo del año pasado fue como pasar de un ruido intenso a un silencio críptico. Primero hubo "un ruido bastante fuerte. Unos 45 segundos después se triplico la intensidad. Yo no sabía qué pasaba y creía que se iba a caer todo. El movimiento era fuerte pero el ruido es algo realmente tremendo. Se escuchaban crujir techos y vidrios. Daba la sensación de que se iba abrir la tierra", cuenta Pérez Hidalgo, que vivió 25 años en San Juan. Después quedó un "silencio marcado. No se escuchaban autos ni aviones. Parecía que el aeropuerto de Santiago había muerto".

Cuando comenzó el sismo, Justo estaba "durmiendo. Cuando empecé a sentir que algo me movía la cama, mi viejo me pegó un grito mientras salvaba un LCD que se estaba cayendo. Los libros de mi oficina comenzaron a caerse, no podía estar quieto", dijo el chileno de 47 años.

Como había vivido el sacudón de 1977 en San Juan, Justo pensó que iba a enfrentar sin problemas cualquier otra situación parecida. Nada más lejos de la realidad: "Yo creía que sabía que hacer. Lo que pasa es que no te podías quedar quieto, ni podías mantener el equilibrio. Hay sismos que suelen tener oscilaciones laterales y también hay sismos con oscilaciones verticales. Pero en el de Chile la tierra se movió en todas las direcciones. Fue una mezcla de todo".