A esta altura de los acontecimientos ya no caben dudas que el alto consumo de alcohol produce inconvenientes en la conducción de vehículos. Los errores casi siempre están vinculados a la alta velocidad, al sueño y las distracciones.
En el país, la ley que regula la cantidad de alcohol autorizada para conducir un automóvil, establece como límite de alcoholemia 0.5 gramos de alcohol por litro de sangre. Se considera que a partir de esta cantidad el conductor comienza a manifestar reacciones psicomotrices importantes que dificultan la conducción.
Este límite se vuelve más estricto para la conducción de motos y ciclomotores donde la tolerancia se disminuye a 0.2 gr/litro y a 0 para quienes conducen transporte de carga o pasajeros. Este límite en alguna medida es arbitrario, no contempla la realidad de todos los conductores en cuanto a la tolerancia que tiene cada uno de ellos a los efectos del alcohol.
A manera de ejemplo una persona de 90Kg. tomando 2 vasos de cerveza llegaría fácilmente a la cantidad límite definida por la Ley de Tránsito.
El alcohol produce una depresión del sistema nervioso central, deteriorando la función psicomotora, la percepción sensorial (vista y oído), modificando el comportamiento del individuo que muchas veces se traduce en una falsa sensación de seguridad y una toma de mayor riesgo.
Existe una tabla que presenta los principales efectos del alcohol en relación con las necesidades psicomotoras necesarias para la conducción de vehículos, en función del nivel de alcohol en sangre.
Por ejemplo:
* 0,15 grs por litro: disminuye los reflejos.
* 0,20 grs por litro: falta de apreciación de las distancias.
* 0,30 grs por litro: trastornos motores.
* 0,80 grs por litro: trastorno general del comportamiento.
* 1,20 grs por litro: pérdida de la agudeza visual.
* 1,50 grs por litro: embriaguez motora.
Como se puede observar, el alcohol puede generar muchos peligros tanto para el conductor como para quienes lo rodean, por lo que resulta fundamental no beber si se va a conducir.
CESVI Argentina, entidad de seguridad vial, explica en sus informes relacionados a una conducción segura que "el conductor procesa en forma continua información del tránsito, buscando y seleccionando mensajes potencialmente útiles para su seguridad, tanto en el entorno como del propio vehículo. Sólo una correcta atención permitirá un adecuado procesamiento y una mejor toma de decisiones. Dentro de este contexto el consumo de alcohol juega un rol sumamente negativo, restándole al conductor aptitudes de conducción y una menor percepción del riesgo".
Dejar el vehículo, pedir que otro conduzca, pueden ser buenas medidas para preservar la vida personal y la de terceros.
