Agustín juntaba cosas viejas, que para el resto de la gente no pasaban de ser trastos que no servían para nada. Le daba tanta importancia a una plancha a carbón como a un pedazo de reja elaborada en hierro. Esto hizo que lo apodaran “el loco Gnecco”. Sin embargo, fue un visionario y un constante recolector de los objetos que hicieron la historia de esta provincia, y que hoy pueden verse en el museo. Pero este hombre tenía en claro qué es lo que quería juntar. No coleccionaba ninguna clase de objetos religiosos, tal como sucedía en esa época con otros museos. Hoy, el museo Gnecco alberga buena parte de la historia de la provincia, porque Gnecco era un apasionado por documentar todo lo relacionado con la vida del hombre común y su región. Coleccionar no fue todo lo que hizo. Estuvo además relacionado con la actividad política de la provincia y hasta se candidateó para Senador en una oportunidad. Por otro lado, era un fanático admirador y defensor de la flora autóctona. Tanto así que, aparte de tener su propio museo en el fondo de su casa, tenía un jardín sólo con plantas que trajo de Valle Fértil. Hace unos años, alumnos de la escuela agrotécnica que está en ese departamento trajeron varias especies autóctonas y las plantaron en el patio del museo. Fue para celebrar un aniversario del lugar.
