Quieren que no les digan patovicas. Dicen que así los conoce la mayoría de la gente pero que tiene un significado peyorativo. Prefieren llamarse “trabajadores que realizan tareas de control de admisión y permanencia en locales de entretenimiento”. En un hecho inédito, están armando la filial local de un sindicato que ya existe a nivel nacional desde principios de este año y que busca, entre otras cosas, profesionalizar y cambiarle la imagen a esta actividad tan controvertida que en San Juan nuclea unas 1.000 personas.

Fue el incidente en la puerta del local La Llorona en marzo último -que terminó con un chico muerto- lo que los apuró más con la causa, según contó Darío Ortega, quien junto a Cristian Berón y Demián Fernández, entre otros trabajadores de la noche sanjuanina, están convocando a sus pares para entrar al Sindicato Unico de Trabajadores de Control de Admisión y Permanencia de la República Argentina (SUTCAPRA).

Aunque se los asocia con los boliches, la actividad es amplia: cuidan además, pubs, restoranes, cabarets y todo tipo de espectáculos como recitales y partidos de fútbol.

Hoy, según ellos, un patovica trabaja en negro, lo que implica que no tiene obra social ni aportes. Además, les juega en contra la imagen: los tienen como violentos o como discriminadores, aseguran. En algunos casos, fama ganada: “Muchas veces dicen que son profesionales y no saben más que golpear”, aseguró Berón.

El plan de los muchachos es que con el sindicato funcionando, puedan ayudar a implementar en la provincia los beneficios que contempla la ley nacional 26.370, que regula la actividad. Entre otras cosas, la norma propone profesionalizarlos, por eso están seguros de que una vez organizados, les llegarán fondos desde el Ministerio de Trabajo de la Nación para capacitación y así poder exigir a quienes los contratan, que sólo lo hagan con los que hicieron el curso que dura 3 años.