La victoria final de Olimpia no admite discusiones. Ganó el título porque en la cancha fue superior en todos los aspectos a su rival, la Universidad Católica. Pero para que los Turcos gozaran, tuvieron que esforzarse al máximo. En juego. En concentración. Y en afirmarse en la capacidad y experiencia de la mayoría de su plantel. Tanto que la base de la fortaleza sanjuanina contó con pilares de amplia trayectoria. Esos que tiene años de hockey en sus espaldas.

Pasó un nuevo Sudamericano y, en la arista saliente, aparece el gran progreso del juego chileno. Ese que tiene como bandera a este joven Católica. Que es la base del equipo que tuvo una destacada actuación del Mundial juvenil que se disputó el año pasado en Italia y en el que los chilenos terminaron terceros. Y aquello no fue casualidad. Simplemente puro trabajo. En este caso bajo la batuta de Mauricio Llera, el técnico. Pero claro, ellos siguen con la misma forma de trabajo. Tanto, que por ejemplo otro entendido en juveniles el sanjuanino Rolo Oyola ya está haciendo mover a los juveniles que el año que viene participarán en el Mundial Juvenil que se jugará en Portugal. Apenas un mes después del Mundial de mayores que será en San Juan.

Olimpia fue de menor a mayor. Aprovechó estar en una zona no tan competitiva como la otra y llegó rápido a las semifinales. Definió el primer lugar justo ante Católica, pero sorpresivamente cayó. Igual, se las arregló para ser efectivo y ganar un partido clave en semifinales frente a Concepción. Eso le allanó el camino al título, porque en la final apretó los dientes y, concentrado, hizo añicos los sueños de los trasandinos. Ganó con autoridad, de eso no caben dudas. Y apoyado en jugadores experimentados como Oviedo, Sández, Maggio y Fraifer. También con el buen acople de López y la firmeza de un pibe que es una realidad: Morilla.

El Azul de la Villa Mallea tuvo altibajos y eso lo terminó condenando. Hizo un partidazo en el debut goleando a Estudiantil pero se complicó solo cuando perdió con la Universidad de Chile. No obstante eso, volvió a ganar ante San Miguel y se metió en semis. Perdió ahí con Olimpia pero hasta el último minuto estuvo a tiro del empate. No fue el mismo que llegaba entonado. Le faltó la última puntada. El Flaco Rodríguez fue el jugador más parejo, pero con eso no le alcanzó.

Estudiantil despertó tarde. Golpeado en el debut, tuvo que salir al frente en lo que quedaba. Más tarde goleó a la U chilena y casi logra el milagro en el "Grupo de la muerte". Pero le faltó un gol. En los números estuvo bien porque ganó cuatro de los cinco partidos que jugó. Pero terminó pagando un caro precio a la impericia de ceder terreno en el inicio. Gattoni, Martín y, en ciertos momentos, Rosselot, fueron los destacados del Verde.

Y los totales elogios para los equipos de casa. Tanto que Católica fue subcampeón y la Universidad de Chile tercero. Los dos no sólo jugaron una semifinal inédita sino que se subieron al podio. En Católica varios pibes a tener en cuenta, en especial dos atacantes veloces y capaces de resolver situaciones difíciles en poco espacio: Valenzuela y Ponce. En la U, la fortaleza de su capitán el "Chino" Jiménez y la seguridad de su arquerito Escudero.

Los otros participantes sólo fueron empeño pero no estuvieron a la altura de las circunstancias. Sólo el local San Miguel dio batalla. Porque ni el organizador Llanos Subercaseaux ni Portuguesa de Brasil (el hockey brasileño está estancado) pudieron soportar el dominio rival.

Por último, el párrafo para la organización. Mucha predisposición de las autoridades de la Sudamericana (Víctor Hugo Martínez y Mario Guedes) y del presidente de la Chilena (Roberto Rodríguez) pero con algunos signos de inexperiencia, tales como que el primer día los jugadores no tuvieron agua caliente en las duchas. Sólo un lunar en una buena cobertura. El público, que recién apareció en toda su dimensión en las dos últimas noches (como es costumbre en todos lados), se comportó con corrección y respeto. En el hockey de Chile todo es trabajo y eso se nota.