La deficiente formación en materia de valores morales, en determinados sectores de la comunidad, está provocando que haya una menor consideración por el prójimo. Esto hace que vivamos en una época en la que la sociedad se ha fragmentado muy fuertemente, distinguiéndose entre las personas o ciudadanos honrados que hacen del trabajo su medio para satisfacer los requerimientos, y los que recurren a la delincuencia para hacerse de dinero y bienes en una forma que su medio social les ha inculcado, en total oposición a las normas de buen comportamiento y sano juicio que deben regir. Estos últimos individuos son los que están generando la sensación de inseguridad que avanza día a día, y que se hace difícil controlar porque cada vez hay más adeptos a un modo de vida que se basa en el atropello y el abuso contra los ciudadanos. Lo peor de todo es cuando esos actos de delincuencia son perpetrados por quienes deberían ser los modelos a seguir por todos los miembros de la comunidad. Personas que por su formación moral y educativa nunca tendrían que usar su posición, o el rol que cumplen, para concretar acciones que están fuera de la línea de conducta para la que han sido instruidos.
En este marco lamentable se encuadra el robo a mano armada protagonizado a mediados de la semana pasada por un oficial de la Policía de San Juan, en un ciber del departamento Rivadavia. El hecho provocó un gran escándalo en la comunidad sanjuanina y en la propia Policía, donde hay cuestionamientos de todo tipo y en todo los niveles.
El "poliladron” tiene apenas dos años y medio de antigüedad en la fuerza y ya acumula antecedentes de sumario por un acto de indisciplina que determinó que le quiten su arma reglamentaria. De todas formas se las arregló a través de su novia, también policía en la misma fuerza, para conseguir otra pistola de 9 mm con la que amenazó y luego disparó a los propietarios del ciber.
Las estadísticas indican que no es la primera vez que un efectivo policial está involucrado en un hecho de estas características ya que, por ejemplo, en diciembre último se descubrió a una banda que había participado en un hecho de extorsión integrada por dos efectivos. Pero este último caso ha marcado un punto de inflexión en el que las autoridades policiales deberán considerar que está pasando en el seno de la fuerza y cómo se soluciona esta situación.
Por lo acontecido no se puede decir que toda la Policía es corrupta, pero se tendrán que activar los mecanismos necesarios para detectar estos casos puntuales y evitar que el mal comportamiento de algunos miembros termine por malograr todo el esfuerzo que se está haciendo en la lucha contra la delincuencia.
