En el plano de la política externa, Mujica también prometió continuar la senda de Tabaré y aventó los temores de que pudiera alinearse con los presidentes más radicales de la región -Hugo Chávez, de Venezuela; Rafael Correa, de Ecuador, y Evo Morales, de Bolivia-. “El ejemplo a seguir es Lula”, tituló el propio Mujica un artículo en su página de internet. “Lula no ha hecho ninguna revolución, pero sacó a 50 millones de personas que estaban sumidos en la indigencia y les dio dignidad y esperanza”, afirmó. Analistas apuntan también a una mayor coincidencia con Lula y con la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, quien conduce otro de los gobiernos de izquierda de la región. Mujica siempre expresó que habría cosas de aprender de Brasil y Chile, pero nunca mencionó a Venezuela o Bolivia como socios privilegiados. Sabe que un acercamiento le traerían un costo político muy alto. Pese a su postura crítica hacia los argentinos, al menos por el tema de la papelera, Mujica prometió “aislar” el conflicto para no entorpecer las relaciones.
