La aparición de un puma en una zona residencial de Rivadavia, luego abatido a tiros ante el pánico causado por la sorpresiva presencia del felino, lleva a reflexionar acerca de los riesgos que implica la tenencia en el hogar de animales que nunca se logran domesticar. La investigación de los profesionales determinó que se trató de un puma adulto, joven y sano, en condiciones de cazar por lo que se supone que no llegó a una zona poblada en busca de comida fácil. Además, por no temer a la cercanía del hombre, se supone que la fiera estuvo en cautiverio hasta que ganó la calle ante el estupor de los vecinos.
A los animales salvajes no se los domestica por el simple hecho de criarlos desde cachorro, porque una vez que la necesidad de una "madre” sustituta se termina, el comportamiento instintivo del adulto lo lleva a comportarse diferente a un bebé criado con el cariño de sus amos. Sus impulsos temperamentales pueden volverse imprevistamente en contra de hasta de quienes dependió para vivir. Un animal salvaje lo sigue siendo aunque viva en el Barrio Rivadavia Norte, donde se cree que fugó en busca de libertad. De otra manera sería someter al felino a un cruel sometimiento atado a cadenas o enjaulado. Este caso también es un llamado de atención a las autoridades que intervienen en estas emergencias -Policía, Bomberos, Policía Ecológica y Secretaría de Ambiente- porque son organismos que carecen de los elementos básicos para reducir a una fiera. La vida del puma pudo salvarse si la provincia tuviese elementos especiales para atrapar a felinos de gran porte. Ya pasó con la leona que escapó del Parque Faunístico, que murió por la inoperancia de sus rescatistas y ahora, con el puma, todo fue solucionado a balazos.
