Una organización ambientalista trabaja desde 2007 para reintroducir al oso hormiguero gigante en los Esteros del Iberá, Corrientes, donde se extinguió hace más de 50 años. Hoy, los encargados del proyecto, estiman que hay unos 80 ejemplares en libertad, por lo que confían en lograr la meta final del proyecto: generar una población autosustentable, cuyos individuos se valgan por sí solos.
‘El proyecto arrancó en 2007 con la liberación de la primera pareja. Hasta hoy se liberaron unos 50 animales en dos puntos de la reserva, primero en Rincón del Socorro (Esteros del Iberá) y a partir de 2013 en San Alonso. Sabemos que varias hembras se están reproduciendo y estimamos que en total hay unos 80 ejemplares’, contó Alicia Delgado, la bióloga que coordina el proyecto de la ONG Conservation Trust Land (CLT).
El oso hormiguero gigante es una especie autóctona de toda Sudamérica y en Argentina hay poblaciones en Chaco, Santiago del Estero, Formosa, Salta y Jujuy. En Corrientes esta especie se extinguió unos 50 años antes de que CLT iniciara las tareas para reintroducirla.
‘El oso hormiguero formaba parte de la fauna de Corrientes y cumplía su rol ecológico. Por un lado es presa para animales más grandes, y por otro lado se alimenta exclusivamente de hormigas y termitas, por lo que tiene un rol de control sobre estos insectos’, explicó Delgado.
Según la bióloga, cuando alguno de los elementos de un ecosistema falta, éste se debilita y es más vulnerable a enfermedades o la invasión de especies exóticas y allí radica la importancia de conservar su diversidad. El proyecto Oso Hormiguero Gigante se nutre de ejemplares cautivos que son rescatados de casas de particulares o donados por entes privados o públicos. Muchos son crías que quedan huérfanas cuando algún cazador mata a su madre en el monte.
‘La historia que más escuchamos es que salen a cazar otros animales pero matan a los osos por salvar a sus perros, y cuando matan a una madre, tratan de vender la cría, que termina como mascota’, comentó la especialista. Los dos campos donde son liberados tienen 13.000 y 10.000 hectáreas cada uno y están controlados para evitar la cacería furtiva, una de las principales amenazas contra la especie, junto con el mascotismo.
‘La anatomía del oso hormiguero gigante es muy particular, tiene una cabecita muy pequeña en comparación con el cuerpo, y evolucionó para ser un predador de hormigas y termitas. No tiene dientes y tiene una lengua larguísima a la que se adhieren los insectos. Sus garras son muy fuertes, para romper los termiteros’, describió.
Además, estos animales tienen un pelaje muy largo que funciona como aislante térmico para las altas y bajas temperatura, y una cola larga también con pelo largo, con la que se cubre para dormir y le sirve de camuflaje, y de la que las crías se prenden para subir al lomo de su mamá.
‘Si bien se dice que su peso promedio es de 35 kilos, hemos visto algunos que superan los 50 kilos y miden hasta dos metros, desde el hocico hasta la cola’, comentó Delgado.
Una vez que los animales son rescatados pasan por una fase de cuidados intensivos en el caso de las crías, y de cuarentena sanitaria en el de los adultos. Se considera que están en condiciones de ser liberados cuando pesan cerca de 20 kilos y lo ideal es que sea en primavera o verano, porque son friolentos.
Previamente a la liberación, pasan a un corral de una hectárea, del que se abre la puerta luego de siete o diez días. Los osos son liberados con un radio-collar, lo que permite darles un seguimiento y saber si se adaptan al entorno. Luego, se les saca el collar y se reciben noticias sobre su estado a través de las fotos tomadas por las cámaras trampa y el avistaje esporádico del personal.
Hacia el futuro, la ONG planea seguir liberando osos en la reserva de San Alonso y en un tercer campo de 6.000 hectáreas cercano a la ciudad de Goya. ‘El objetivo es sembrar poblaciones en distintos puntos de Iberá, para que dentro de algunos años sean poblaciones autosustentables que se valgan por sí solas’, concluyó la bióloga.
Télam