El ajustado triunfo del seleccionado argentino de fútbol sobre Costa Rica fue un partido que básicamente ofreció dos lecturas. Por un lado, como espectáculo, a la gente no decepcionó. Hubo 5 goles, otras situaciones de riesgo y un resultado que siempre fue parejo, con una leve ventaja argentina. El otro, el estrictamente deportivo, le servirá a Maradona para sacar sus conclusiones pensando en la lista para el Mundial, aunque nunca pudo hacer olvidar que estos jugadores no tuvieron más que una práctica de fútbol, porque fueron muy escasos los momentos de juego asociado de la albiceleste.
El desembarco "del show’ cumplió con las expectativas de la gente que, a pesar de algunas dudas previas instaladas incluso en medios nacionales, concurrió masivamente al estadio "Hilario Sánchez’. Las tribunas, ocupadas por 18.000 personas, casi no mostraron claros, y de entrada les gustó el escenario con los paneles electrónicos de publicidad. Aplaudieron a los jugadores, corearon el nombre de Maradona y le dieron también un reconocimiento a Palermo. Cantaron el himno nacional y hasta (salvo un par de gritos aislados) respetaron el pedido de 1 minuto de silencio por las víctimas de Haití. Comenzó el partido y a los 11 minutos ya ganaba Argentina con un gol de Sosa. En síntesis, el padre que había llevado por primera vez a la cancha a su hijo, sentía en ese momento que estuvo bien haber metido la mano en el bolsillo para ir a ver este espectáculo que vaya a saber uno cuando se presentará otra vez en estas tierras, más allá de la promesa de don Grondona.
Y en ese momento, a los 11 minutos, es cuando empezó la otra película. Argentina se puso en ventaja 1 a 0, luego de un centro de Hauche que despejó mal el arquero Sequeira porque lo asediaba Palermo y Sosa pescó la pelota para meter un cabezazo. La selección imponía el ritmo del partido, con Gaitán jugando de enganche, Hauche corriendo todas y Clemente Rodríguez proyectándose con criterio al ataque, pero ocupando el lateral derecho. Costa Rica proponía jugar por abajo y sorprender con algún pase profundo y a los 20, Caruzzo (que tuvo que reemplazar a Matheu, por una lesión a los 5 minutos) cometió una infracción a Barrantes en la puerta del área grande, que el mismo jugador cambió por gol al ejecutar un rasante disparo del tiro libre. Con un poco de sorpresa, el partido estaba 1 a 1. Gaitán se fue apagando y Erviti por izquierda tampoco pudo entenderse con sus compañeros. Argentina solamente volvió a crear peligro con pelotas paradas. A Caruzzo le sacaron un cabezazo, luego de un tiro de esquina, en la línea y a los 37, tras otro corner, Burdisso llegó primero a una pelota que quedó boyando en el área chica y la ventaja volvía a manos argentinas.
En el complemento, Maradona decidió sacar a Gaitán y a Erviti, para que mostraran lo que pudieran hacer Enzo Pérez y el Pocho Insúa. Argentina tomó el control de la pelota, pero se notaba que los jugadores todavía están en pretemporada. Además, Costa Rica no salía decidida a buscar el empate, preocupada principalmente en marcar ordenadamente. En una subida de Clemente, que hizo una pared con Palermo y envió el centro por abajo, Hauche no pudo conectar para estirar diferencias. Luego, un tiro de Insúa se fue apenas desviado. Hasta que Costa Rica se animó… y se dio cuenta que podía. Luego de un par de avisos, a los 32 minutos Madrigal aprovechó un callejón que dejaron los centrales para recibir un pelotazo y también que el arquero Campestrini saliera tarde. Era el 2 a 2 pero desde un par de minutos antes que la gente estaba muda viendo el partido.
Y antes que los nervios se apoderaran del equipo. Rodríguez volvió a llegar hasta el fondo y envió el centro que encontró solo a Jara en el corazón del área, quien de volea marcó el 3-2. Sin dudas, el gol más gritado por la gente, los jugadores y el técnico Maradona. A esa altura, la mayor parte del equipo centroamericano estaba compuesto por pibes de 20 años que jugaron el último mundial. Un mano a mano que ganó Campestrini y un tiro que pegó en el palo, le privaron a los jóvenes "Ticos’ haber alcanzado un empate al que lo hubieran saboreado como triunfo. Terminaba el partido y el padre con su hijo volvían contentos a la casa. Maradona, con un triunfo apretado en un partido que se pareció mucho a uno típico de verano.
