Pasaron 28 años. Desde aquel lejano 1993 en Ecuador a este actual 2021. Aquel día el capitán Oscar Ruggeri levantó la Copa y el plantel argentino festejó el título. Anoche, desde esas poco más de 10.000 noches que pasaron, otra vez el sueño argentino tomó forma y se convirtió en inolvidable. Esta vez le tocó a Lionel Messi, el capitán y emblema de este grupo, levantar la Copa.

No fue casualidad. Hubo causalidad. Este juego de palabras es la versión más cierta de este plantel que levantó la Copa América. Porque le hizo frente a todo y, confiando en lo suyo, fue para adelante siempre. Hasta lograr lo que muchos jugadores argentinos soñaron en su vida: Salir campeón ante Brasil en el mismísimo Maracaná. Ese lugar ícono del fútbol mundial.

Por eso hubo tanta alegría. Tanta felicidad. Como una necesidad de sacar a relucir todo lo que se tragaron durante esas más de 10.000 noches. La verdad, fue conmovedor ver a estos muchachos festejar de la manera que lo hicieron. Y salió a luz toda la devoción para con Lionel Messi. La de Rodrigo De Paul, por ejemplo, que lo primero que hizo cuando sonó el silbato final fue buscar a Messi para abrazarlo. Para decirle desde el corazón que el premio se lo merecían todos pero en especial el jugador del Barcelona de España. por eso también los otros compañeros lo levantaron en andas por un minuto y lo hicieron sentir al ídolo que por fin llegó a la cima.

En andas. Él en andas y después lanzado al cielo. Sí, es Lio Messi, el símbolo de este grupo que se dio el gusto de ganarle una Copa a Brasil en el mismo Maracaná.

Inclusive hasta llegó al corazón ese abrazo de pura amistad del propio Neymar. Un enemigo en la cancha pero casi un hermano del corazón fuera de ella de Messi. Felicitándolo por lo conseguido. Siendo un caballero cuando él tuvo que sufrir un derrota en su propia casa.

Conmovedor todo. Pero merecido por donde se lo mire. Para que un Di María discutido en los últimos tiempos por muchos nos diera una alegría única cuando la mandó al fondo del arco brasileño de emboquillada.

Ya quedarán pocos para que critiquen este grupo. Inclusive a este cuerpo técnico. Porque Lionel Scaloni demostró ser un técnico pensante. Sagaz. Que no dudó en ningún momento y se mostró un tipo fiel a sus convicciones. Metió cambios que él mismo pensó para encarar cada partido. Puede que no se le hayan dado las cosas algunas veces pero en la mayoría la pegó.

Y la gloria también la tocaron con las manos los dirigentes argentinos, teniendo a Claudio "Chiqui" Tapia, un sanjuanino de pura cepa, al frente de esta gestión como titular de AFA. Lo mismo que el secretario general de Selecciones, Jorge Miadosqui, otra sanjuanino que está metido en este grupo exitoso.

Este plantel que mezcla la experiencia de unos con la juventud de otros llegó a Brasil con el pensamiento y la convicción que se quedarían con el título. Si hasta el propio Messi dijo en la previa: "es el momento de dar el golpe". Y no estaba errado.

¿Qué puede quedar como felicitaciones para este grupo? ¿Nombrarlos a cada uno? La historia les tendrá guardado por siempre un capítulo inolvidable. Serán aquellas páginas que todos los que vengan leerán. Tanto como aquel título mundial de 1978 o el de 1986. Porque sin menospreciar las otras alegrías en la Copa América, esta fue distinta. Ganar el título ante Brasil y en su propia casa tiene ese gustito especial que la hace distinta.

Lo conseguido anoche tiene que figurar como un punto de inflexión para lo que se viene. Tiene que ser ejemplo para el Mundial del año próximo en Catar. Que los nuestros jueguen con esa convicción gratifica. Así como que se hacía necesario una renovación que se fue dando en los últimos tiempos, este grupo merece una confirmación para que siga con su trabajo. Si ese trabajo y las ganas se repiten, las chances que Messi y sus compañeros levanten una Copa del Mundo no es una quimera. Tiene sustento en las condiciones que mostró esta Selección Argentina. Los sueños otra vez tienen base. El destino dirá...