Habían pasado 43 días de la última presentación oficial de Boca antes de su regreso a la Copa Libertadores. Con Agustín Rossi, el Cali Izquierdoz y Sebastián Villa como sobrevivientes de aquella eliminación ante Racing en la semifinal de la Copa de la Liga, el Xeneize salió a La Bombonera con el espíritu renovado en el primer duelo de los octavos de final contra el Atlético Mineiro.

En los primeros movimientos el conjunto brasileño intentó adueñarse de la posesión de la pelota, pero la constante presión de Briasco, Pavón y Villa atentó contra la salida limpia de la visita.

Alguna desinteligencia entre Izquierdoz y Rossi pudo complicar a la última línea del equipo de Russo, mientras que el laboratorio ensayado en la semana generó peligro en el área visitante gracias a la velocidad de Pavón.

Como el pleito se disputó lejos de los arcos, el dueño de casa apostó por disparos de larga distancia a cargo de Marcos Rojo y Cristian Medina, pero ninguno representó inconvenientes para Éverson.

La paridad se terminó cuando el Pulpo González aprovechó una serie de errores defensivos y puso a Boca arriba en el marcador. Los pésimos cierres de Nathan y Réver, junto con la apresurada salida del arquero, le permitieron al ex volante de Racing y Lanús festejar el 1 a 0. Sin embargo, la intervención del VAR anuló la conquista por una supuesta infracción de Briasco contra uno de los centrales. Una polémica que calentó el choque por la inoperancia de los asistentes que siguieron el encuentro a través de las pantallas.

Antes del descanso Boca volvió a generar una ocasión para llegar a la red a través de un centro de Pavón que conectó el Pulpo González con una palomita perfecta. El destino de la pelota al lado del poste despertó emociones, pero Éverson reaccionó con jerarquía y ahogó el grito del Xeneize.

En el complemento el elenco de Russo salió con una actitud mucho más agresiva. El velocista colombiano logró desarticular a la última línea brasileña y buscó al ex Huracán, quien cabeceó incómodo y dilapidó el envío por encima del travesaño.

La fórmula xeneize estaba en los centros de Pavón. El extremo con pasado en la MLS fue la herramienta más punzante para preocupar a la defensa del Atlético Mineiro. Y cuando el cronómetro marcaba la media hora de la segunda etapa se asoció con el Pulpo González, pero el volante resolvió con deficiencia. El lamento de Russo fue un gesto generalizado por la clara situación que dilapidó el mediocampista en su última intervención, dado que el entrenador lo reemplazó por Alan Varela.