El seleccionado argentino en su afán por aprovechar más y mejor a su estrella absoluta, Lionel Messi, se aferra a un juego donde se mima a la pelota a través de un control de ella como el que realiza el Barcelona . El Checho Batista armó un mediocampo con hombres de buen pie, como Ever Banega y Esteban Cambiasso (ambos volantes centrales que se mueven por los laterales), quienes tratan de emular -lo más fielmente posible- a Xabi e Iniesta, los dos laderos de lujo que tiene La Pulga en el Barsa.

Aún con diferencias notorias, el equipo nacional apoyó su rendimiento en los tres hombres que visten la casaca blaugrana. Milito, Mascherano y Messi, fueron quienes tuvieron rendimientos individuales más regulares en continuidad de juego. La fórmula Mi.Ma.Me. esta todavía en proceso evolutivo. Falta pulirla, pero es altamente confiable.

MI.lito

El zaguero no sólo transmite seguridad por su timming para anticiparse las décimas de segundo necesarias a sus adversarios, sino que también cuando corta a espaldas de Mascherano no duda en proyectarse iniciando algún ataque. Un pilar defensivo: Firme y ganador en el uno contra uno, atento en el juego aéreo y preciso en las entregas.

MA.scherano

Con su personalidad para mostrarse, recibir y distribuir la pelota con claridad, el Jefecito es quien equilibra el funcionamiento. Desde su toque de primera, a los laterales o hacia atrás, se inicia el fútbol argentino. Todo eso es potenciado por su panorama, ubicación y despliegue para cortar el juego rival, por lo que se convierte en pieza indispensable.

ME.ssi

Es imposible encasillar su magia en una definición. Solamente puede afirmarse que es único. Tirado unos metros atrás se erige en el conductor de una circulación ofensiva a la que falta aceitar un poco para encontrar una mayor profundidad pero que inquieta y complica a los rivales.