El final. Marcos Gelabert, el abanderado del empuje verdinegro, es la imagen del dolor tras la derrota. De fondo, los jugadores de Argentinos se abrazan a la victoria. San Martín hipotecó su futuro en Primera División. 

Era “el partido”. La oportunidad de despegarse de sus enemigos íntimos. De transferirles toda obligación. Hasta de aferrarse a la ilusión más que nunca. Y, de paso, festejar con su gente. Y a San Martín le salió al revés. Terminó confundido. Con una mueca de angustia. De desazón. De tristeza. Aquello que en la previa se vislumbraba como una victoria terminó siendo una dura derrota. Por 3-2 ante Argentinos Juniors. Con el dolor que significa no haber aprovechado, de local, lo que tanto anhelaba. Tiene chances todavía, es cierto, pero todo eso quedó en la quimera de la diosa fortuna. Como con un futuro no asegurado. Porque además de estar obligado a ganar, depende de que otros pierdan.


Ayer salió un partido cambiante en Concepción. Con dominio local desde el mismo inicio y con reacción visitante antes que termine el primer tiempo. Después, en el complemento, con supremacía del Bicho y con un final de alma y corazón de los verdinegros. Y, casualmente, esos momentos coincidieron con los goles. Claro, la visita fue más eficaz y por eso terminó ganando. A San Martín la presión por tener que sumar le terminó pasando factura. Fue un “boomeran”. Es que el Verdinegro empezó a ganar en el mismo amanecer del partido. Un centro, rebotes en la montonera del área visitante, y un cabezazo bombeado de Mattia para gritar gol a los 3’ y desatar la alegría total en las pobladas tribunas.

En la próxima fecha, lunes 1 de abril, San Martín visita a Colón (SF) y en la última recibe a Talleres.

Pero fue raro porque ese gol en vez de tranquilizar al local le llevó dudas e inseguridades. Por supuesto que el Bicho lo aprovechó. Y empezó a dominar el panorama. Tanto que empató con un golazo de Mac Allister. Antes, apenas un par de minutos, Castillejos tuvo el gol dos veces pero las dejó pasar. Por eso se fueron al descanso sabiendo que el complemento podría ser una caja de sorpresas.


Y lo fue nomás, porque Argentinos, con su buen fútbol, fue sacando provecho de los nervios locales. Entonces Batallini y Mac Allister metieron un 3-1 en el tablero que era un puñal para el Pueblo Viejo. A San Martín se le vino el mundo abajo. Su gente, enojada, insultó y hasta algunos se subieron al alambrado. El partido estuvo parado 5 minutos.


Ese parate (y los cambios que antes había realizado Forestello) incidieron para que el Verdinegro anote el segundo (Bravo, entrando sin marcas). Y el partido cambió otra vez. El local fue y fue. Con vergüenza. Sin ideas pero con el corazón. En especial su gladiador Gelabert. Pero no hubo caso. El tiempo se extinguió y San Martín ahora deberá pensar en el milagro. 

No pudo. Dening salta a Quintana mientras otros dos defensores del Bicho de la Paternal sólo observan. Argentinos, con su buen fútbol, sacó provecho de los nervios y la presión que sufrieron los jugadores de San Martín y le ganó por ser más efectivo.

 

>> Distintos momentos



Buenas y malas

San Martín arrancó con todo. Ilusionando más que nunca a su gente con un gol de Mattia en el tercer minuto de juego. Pero después el Bicho se lo empató y dejó en evidencia la presión que sentían los locales.


Malas y buenas

El complemento fue al revés. Argentinos, con su buen juego, se las ingenió para ponerse arriba en el marcador (3-1). Pero San Martín, replicó con el alma y descontó. Terminó dominando pero no le alcanzó el tiempo.


Esperanza

Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. En eso está este San Martín. Le quedan dos partidos. Tendrá que sacar el mayor número de puntos posibles y esperar que sus rivales no lo hagan. Difícil, no imposible.

  • Los hinchas se fueron tristes

La gente, que fue a alentar al Verdinegro en gran número en Concepción, vivió momentos diferentes durante el partido. Largó a puro entusiasmo con el gol tempranero de San Martín. Entró en confusión cuando Argentinos empató. Y explotó de bronca cuando el visitante pasó al frente en el tablero por dos goles. Los hinchas no sólo empezaron a cantar en contra de los jugadores sino que algunos se treparon al alambrado que da a la popular Norte (foto). El partido estuvo parado por cinco minutos y había incertidumbre por su continuidad. Pero cuando el árbitro Baliño (de floja actuación) vio que la policía tenía la situación controlada, ordenó seguir. Llegó el descuento verdinegro y la gente de nuevo se ilusionó. Volvió a alentar. Casi como olvidándose de su bronca. Y, con la derrota consumada, se terminó retirando en silencio con un pensamiento extraño. Como con una mezcla de amargura y desconsuelo. Tristeza en general.