En Bolívar, todo se había terminado antes. Quedaban más de 10 minutos de partido en el Bicentenario y Ricardo Dillon ya sabía que el destino estaba sellado. El descenso era una realidad y cuando llegó el final del partido, el Flaco fue a buscar uno por uno a sus jugadores. La gratitud por lo que hicieron, por lo que entregaron le dio paso a las lágrimas y luego, al amargo repaso del técnico: "Siento que esto es injusto. Nos quisieron descender y lo lograron. Esa es mi primera sensación. El dolor es muy grande porque pudieron ser distintas las cosas. Hoy, dos entrenadores que pasaron por acá no lo están sufriendo y uno de ellos, el que armó este plantel, se salvó con otro equipo porque lo ayudaron a eso. Así, el fútbol se mancha. Liniers lo hizo en el final y Huracán ya lo había hecho antes con ese arreglo que le permitió bajar su pena. Es doloroso y repugnante ese escenario y lo sufrimos por eso me quedo con esa pena de que a nosotros nos quisieron descender".

Mirando al futuro, Dillon puso en primer plano su amor por Desamparados: "Yo tengo contrato vigente hasta el año próximo pero no pienso hacerle perder plata al club. Desde este lunes, de mi parte trataré de rescindir ese compromiso y me pongo a disposición para ayudar en la reconstrucción de un club que tiene en su gente al gran capital. Hay que volver a las fuentes, rearmarse, arrancar de cero y recuperar el lugar que este Desamparados se merece. Yo agradecido siempre de lo que me ha hecho vivir en todas mis etapas y sufriendo esa mueca del destino que hoy me hace irme al descenso siendo que hace 6 años atrás lo llevé al ascenso. Pero es el fútbol y quiero seguir creyendo que no lo pueden matar ni ensuciar".