Humilde. Transparente. Una maquinita de transmitir valores en cada declaración que brindó en los minutos que duró la entrevista exclusiva que brindó a DIARIO DE CUYO. Seguramente esa virtud en su personalidad llevó a Sergio ’’Oveja’’ Hernández a conseguir todo lo que ganó tanto en el plano deportivo con la Selección argentina de básquetbol, como también en el ámbito personal: lograr que ’’su’ Selección sea elogiada por todo un país. 


-¿Cuánto de importancia tienen los valores en el deporte? 


-Los dos van de la mano. El deporte es una herramienta poderosísima. Exagero pero para mí el deporte es el arma más poderosa que tiene la humanidad para educar e incluir. El deporte tiene una velocidad de impacto tremenda en el desarrollo de una persona porque aprendés a respetar reglas, asumís roles, reconocés jerarquías, aprendés a ser solidario. Si no te comprometés con esos valores, el deporte te va alejando. El deporte tiene que estar en la sociedad, tiene que ser una política de Estado como lo hace San Juan y eso falta en Argentina. Yo hacía mucho que no venía y en el último tiempo vine tres veces seguidas y me encontré con mejoras permanentes. 


-Los Juegos Binacionales son un ejemplo inmediato...


-Sí, totalmente. Me encontré con un megaevento, con 18 predios recibiendo la actividad, con televisación y streaming en vivo, miles de chicos participando, todo eso es para festejar. Está a la altura de los grandes eventos. 

Anoche el DT brindaba una clínica en el Sporting Estrella.

Transparente. Así se mostró el ’Oveja’ en su estadía en San Juan.

-San Juan apuesta a las bases y cuenta con Escuelas de Iniciación Deportiva, ¿cuánto de importancia tiene eso?


-Muchísimo. Eso en ninguna provincia lo viví a este nivel. San Juan logró algo que, en estos días donde todo pasa por saber si las Secretarías de Deportes pasan a ser Ministerios, yo tengo una opinión formada: el Estado tiene que trabajar para llevarle el deporte a la gente y no que la gente busque al deporte, si fuera así el deporte pasaría a ser elitista. Creo que el deporte debe ser un derecho para la persona, como el derecho a la salud y a la educación. Quizás yo sea muy insistente con este tema pero soy testigo de las diferencias que hay entre un niño que se introduce en el deporte y uno que no lo hace y va mucho más allá de sacar a los chicos de la droga. 


-Cambiando de tema ¿molesta la comparación permanente que se hace entre un subcampeonato de la Selección de básquetbol y un segundo lugar de la Selección de fútbol?


-No me enojo, me molestan los periodistas que buscan pegarle al fútbol. Generalmente se lo ve al fútbol como algo sucio, que los jugadores no sienten... que los entrenadores no están preparados... etc, yo creo que lo sucio del fútbol es el entorno, la sociedad. 


-Entonces va de la mano de la popularidad...


-Sí, con la popularidad y también con la falta de conciencia que tenemos nosotros sobre lo que es la competencia, el éxito y este mensaje permanente de que el segundo es el primero de los últimos. En algún momento eso vino desde adentro del deporte y se trasladó a la gente, por eso debemos ser muy concientes y tener mucho cuidado cuando declaramos. No podemos decir cualquier cosa. Cada vez que perdemos no podemos poner una excusa, hablar mal del árbitro, echarle la culpa al rival o al estado del campo. Y cuando ganamos tampoco tenemos que decir que somos los mejores del mundo. El fútbol es un tema amplio, hay otros intereses, hay barrabravas y en eso no tiene que ver el fútbol ni tampoco Messi, ni Scaloni. Todos los deportistas quieren ganar y sienten la camiseta, cuando rueda la pelota ni se acuerdan cuantos millones tienen, todos quieren lo mismo: ganar.


-Te toca estar al frente de un plantel plagado de figuras como lo fue Ginóbili, como lo es Scola, Campazzo, ¿te sentís un privilegiado?


-Soy un afortunado de los grupos que me tocó liderar pero me pone mucho más feliz que la gente haya celebrado una Plata mucho más que un Oro. La gente se enamoró de este grupo y eso es lo trascendente, lo otro, el resultado, es importante y nada más. La gente despidió al equipo llorando de emoción y eso vale mucho más que un título.