En silencio, pero con mucha perseverancia, la sanjuanina se ganó el lugar en la Selección Argentina Mayor de vóleibol femenino. Helena Vidal, la armadora que surgió en Universidad pero que desde chica emigró a Europa buscando triunfar en el deporte que ama, habló de su vida lejos de la provincia y de sus ansias de seguir creciendo.
     
-¿Cómo arrancaste en el vóley?           
-El deporte viene de familia, somos tres mujeres y un hombre. De chiquititas íbamos a ver a mi hermano que jugaba en Universidad y nos empezaron a mandar a entrenar: habré tenido 8 años cuando arranqué en el mini vóley y nuestro técnico era Alejandro Baigorrí. Mi hermano ahora juega como hobby, vive en el Sur y juega con amigos. Mis hermanas tienen un gimnasio, son profes de zumba. Mi mamá hace trekking, mi papá hace bici, somos una familia muy deportista.

"El deporte es duro, te da mucho pero te quita bastante. Es un sacrificio que vale la pena".       
Helena Vidal       Armadora

-¿Cuándo te diste cuenta que el vóley era lo que querías?           
-Entrenábamos dos o tres veces por semana y cuando tenía 14 años me llamaron de un equipo de Italia. Hasta ese momento yo lo hacía como cualquier persona que hace un deporte porque le gusta, que te divierte, pero nunca pensé que podía ser mi vida. Cuando llegó esa noticia yo estaba en la preselección argentina y dije: "Bueno, vamos a probar un año". El equipo era Conegiliano, armé los bolsos y me fui con mi papá y mi mamá. Ellos estuvieron un mes conmigo porque estaban más asustados que yo.     

-Al ser la menor, costó un poco más...           
-Sí, lógico. Además no sabía ni siquiera el idioma, fue difícil. Tenía que ir a la escuela, fue un cambio muy fuerte, pero a esa edad sos medio inconsciente. Me fui a Europa persiguiendo un sueño, pero es un sacrificio poder despegar.     

-¿Y cómo avanzó esa adaptación?           
-La fui llevando. El club por suerte se portó muy bien, nos puso una traductora y después fuimos a la escuela. Fui aprendiendo de a poquito. Estuve siempre con mis compañeras de colegio y de club por siete años, entonces imaginate, somos como hermanas. Fui afortunada en ese sentido.     

"El objetivo de la Selección es el Pre Mundial, en octubre próximo. Por eso el 4 de septiembre volvemos al Cenard a los entrenamientos. Será un torneo corto, de dos o tres partidos, por lo que habrá que dejar todo para lograr esa clasificación".

-Y después, ¿cómo siguió tu carrera?           
-Estuve siete años en Italia y después mi representante me buscó un club de más alta categoría. Pasé por varios equipos hasta que el último año jugué en Suiza, en Lugano. Igual, siempre estuve viviendo en Italia.      

-Estar lejos, sola, momentos duros debe haber muchos...           
-Sí, sobre todo en las Fiestas. Al principio, como éramos muy chicas, el club les pagaba los pasajes a nuestras familias para que pasaran las Fiestas con nosotras. Pero es duro, con decirte que yo desde que me fui no pasé una fiesta de Navidad o Año Nuevo con mi familia en San Juan. A eso sumale los cumpleaños. Así te vas perdiendo de muchas cosas, como ahora que nació mi sobrinita y yo la tengo que ver de a poquito o a mi hermano, que como vive en el Sur hacía cuatro años que no lo veía.      

"Somos una familia muy unida, pero se extraña demasiado cuando la tenés lejos. Hace unas semanas viajé unos días a San Juan a visitarlos, fue como un viaje relámpago porque rápidamente tenía que volver a focalizarme".

-¿Cómo tomaste esta temporada con la Selección?           
-El año pasado me habían llamado para entrenar y no me lo esperaba. Venía a visitar a mi familia nomás y obvio que me puse más que contenta. Empecé de a poquito, conociendo el equipo, que es un gran grupo humano. Creo que eso identifica a Las Panteras y se notó mucho en Montreux. No había individualidades, éramos un equipo que tiraba mucho, todas nos podemos dar una mano.