Levantó los brazos recién cuando pasó la raya. Lanzó un puñetazo al aire como con bronca para sacarse la mufa que lo venía persiguiendo en la Vuelta, donde se había juramentado ganar una etapa para que su equipo, que hasta ayer era "zapatero", inscribiera su nombre en la Vuelta.

- "Willy", ganaste embalando como una tromba.

- Sí es verdad, venía con muchas ganas de hacerlo, porque el equipo lo merecía. Estábamos un poco desesperados. Necesitábamos esto. Debíamos ganar una etapa para tranquilizarnos un poco.

- ¿La alegría es por sacarse esa especie de mufa?

- Estoy muy feliz, sí. He trabajado mucho para responderle a mis compañeros en estas definiciones. Yo sabía que iba a tener mi chance. Venía bien, para ganar cuando nos caímos en San Martín, no se dio por esas cosas en "La Difunta" y hoy puse todo mi empeño para lograrlo.

- ¿Cómo fue el embalaje, quién te levantó?

- Nadie, me ubique en el octavo lugar detrás de otros ciclistas y cuando llegamos a los 300 metros me vine, como me gusta a mí, de cabeza. Sentí detrás mío el grito de mi compañero (Aguilar) y le di con todo hasta la raya. Venía con 53/11, una multiplicación con la que me siento muy cómodo y que me permitió rematar con toda mi potencia.

- ¿Cómo está el equipo para lo que resta?

- Creo que muy bien. Estamos bien y con esta victoria mejor. Tenemos nuestros candidatos muy compenetrados en hacer lo suyo cuando les toque. Lo mío es ayudar en lo que pueda a llevarlos y ganar etapas, como esta.